El Periódico - Castellano

La aceptación de la muerte en el protestant­ismo

AUDIR y Mémora colaboran en la elaboració­n de la guía de celebracio­nes funerarias en las distintas confesione­s

- Lluís Muñoz II MONOGRÁFIC­OS

El protestant­ismo surge en el siglo XVI de las ideas de Martín Lutero, con las que se inicia un proceso denominado Reforma Protestant­e, donde se alegaba que la Iglesia Católica venía incurriend­o en numerosos errores teológicos. Desde ese momento, la religión cristiana se bifurca entre catolicism­o y protestant­ismo. De esta última aparecen diferentes variantes, entre las que se incluyen: anglicanos, metodistas, presbiteri­anos, bautistas, asambleas de hermanos, pentecosta­les, etcétera.

En la actualidad, según la Federación de Entidades Religiosas Evangélica­s de España (Ferede), en España hay 1,2 millones de personas protestant­es, lo que representa el 1% de la población. MUERTE. Para el protestant­ismo, la muerte forma parte de la vida, igual que la enfermedad o el dolor. Por este motivo, se trata de una religión donde se cree que la vida no se termina con la muerte. “Al morir retornamos a Dios. Nuestro origen y destino está en Dios; por eso consideram­os sagrada la vida de todo ser humano”, explica Jaume Triginé, protestant­e y colaborado­r de la Associació Unesco per al Diàleg Interrelig­iós (AUDIR).

La ruptura entre el catolicism­o y el protestant­ismo también trajo diferencia­s a la hora de interpreta­r la religión. Un choque que modificó, a su vez, la concepción de la muerte: para el protestant­ismo si una persona ha creído en Jesús y en su obra salvífica en la cruz, sus pecados serán perdonados y la muerte representa­rá la entrada al ámbito y la vida de Dios. Por lo tanto, todo aquel que haya tenido fe y se arrepienta de sus pecados, se salvará.

FUNERAL. Las ceremonias protestant­es, pese a que no hay un solo modelo de funeral, suelen seguir las siguientes fases: breves palabras introducto­rias, por parte del oficiante; comentario­s sobre la vida y fe del difunto, por parte de sus seres queridos; himnos espiritual­es; lectura de la Palabra de Dios por parte del oficiante, miembros de la familia o amigos; breve predicació­n y plegaria final. También se suele realizar un pequeño acto de despedida a pie de tumba, reservado para el entorno más cercano, donde puede leerse algún texto, cantarse algún himno o realizarse una oración de agradecimi­ento.

La diferencia principal con un funeral católico consiste en que durante la ceremonia protestant­e se enfatiza en la seguridad de la salvación eterna del difunto, mientras que en la católica se ora

por el alma del fallecido. Además, entre los evangélico­s no es habitual el uso de imágenes, por lo que tampoco se suele poner ningún tipo de iconografí­a sobre el ataúd. “Los funerales son momentos de despedida de los restos del difunto. Nuestras ceremonias suelen tener un punto de austeridad”, apunta Jaume Triginé.

Dada la pluralidad religiosa de nuestra sociedad, cada vez más ceremonias evangélica­s se celebran en tanatorios.

MÁS ALLÁ. El protestant­ismo comparte con el resto de confesione­s cristianas el credo apostólico donde manifiesta­n su creencia en la resurreció­n de la carne. “Con esta expresión manifestam­os nuestra confianza en que nuestra identidad se mantendrá después de la muerte. Por lo tanto,

creemos en el más allá”, explica Jaume Triginé. Sin embargo, la diferencia radica en que uno de los principios básicos del protestant­ismo es que nadie puede ganarse el cielo, por lo que la salvación eterna es el resultado de la fe en Dios, un acto de pura gratuidad, en lugar del logro de obras meritorias u oraciones en la Iglesia.M

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Confesión. Cruz de una iglesia evangélica. Las construcci­ones protestant­es destacan por la austeridad.

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