El doble fracaso de la Crida
Pero hete aquí que Puigdemont no ganó la batalla contra su partido como parecía. El dique de contención de los pragmáticos del PDECat ha paralizado a la Crida. Si pretendes desautorizar las posiciones de ERC mientras las compartes con ERC, acabarás por reforzar a ERC y por desacreditarte a ti mismo.
ERC, impávida, ha sabido mantener una actitud antipática pero coherente. En cambio, la iniciativa de Puigdemont caía bien pero es incoherente con la negociación de los presupuestos con los ‘comuns’ y hasta con partidarios del 155. O juegas al ajedrez o tumbas el tablero.
Tiros por la culata
La bandera de la insurgencia no se sostiene si se procura salvar la estabilidad
El segundo fracaso de la Crida, no previsto por incapacidad de cálculo, consiste en dejar el campo libre a los mismos que pretendía arrastrar. La bandera de la insurgencia no se pue- de sostener mientras se procura mantener la estabilidad. Así que, abandonada por Puigdemont y Torra a pesar de las gesticulaciones, la han recogido los de la ANC y el Movimient Primàries (MP), dispuestos a invadir un vasto territorio roturado y abonado para Puigdemont, y abandonado por Torra, que ocuparán porque no presentan incoherencia (de momento) entre el discurso y los actos. Todos los tiros de la Crida han salido por la culata.
Si las dinámicas no se modifican, cosa nada fácil porque implicaría dar aún más la razón a ERC y dejar todo el terreno propio a merced de los impacientes, el espacio Puigdemont, que aspiraba a una rotunda y fulminante hegemonía social y política, se puede convertir en un sándwich de CUP y ANC. El MP es una opa a los pragmáticos que no puede ir contra ERC, como pretende, sin embestir al PDECat. Pero ERC es inmune, y el PDECat, vulnerable. Una entente Crida-PDECat en las municipales de Barcelona debería luchar contra ANC-MP, contra la CUP y contra ERC. La Crida, sola o con una fracción del PDECat, debería sumarse al MP. Descrédito o descrédito.
Puigdemont tiene dos salidas. Una, provocar una escisión en el PDECat, hacer saltar a Torra, reagrupar a los impacientes y estrellarlos contra los muros de Lledoners. Dos, dejar la política partidista y ejercer de presidente simbólico, y neutral, de todos los republicanos. La Crida ha fracasado porque el camino del medio, el de Torra, no existe.
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