Pillaje libresco en el Planeta
Muchos invitados se llevaron los centros de mesa, con volúmenes de una librería de viejo
La noche en que el escritor Santiago Posteguillo se llevó a casa el Premio Planeta 2018, algunos invitados a la prestigiosa cena literaria organizada por el gigante editorial decidieron que no podían irse de vacío. Los centros de mesa realizados expresamente para la ocasión por la Fundación Fupar fueron objeto de pillaje, como retransmitió Llucia Ramis en su cuenta de Twitter. «Los estamos rapiñando», escribió la periodista y escritora, en riguroso directo. Su hilo en la red social del pajarito azul levantó la liebre.
Si hubieran sido unos adornos florales cualesquiera, su desaparición no habría supuesto ningún problema. Llevarse los centros de mesa de las bodas, bautizos y comuniones es un clásico. Sin embargo, los centros de la gala celebrada este lunes eran valiosos porque la base de estas creaciones ornamentales eran libros antiguos, algunos verdaderas rarezas. «Estos centros de mesa han sido elaborados por nuestra fundación gracias al convenio de alquiler con una librería especializada en libro antiguo», respondió Fupar en la misma red social. «Sabíamos que estábamos cometiendo una pequeña gamberrada, pero nunca pensamos que fuera un robo», explica Ramis a EL PERIÓDICO.
La escritora, que encontró «obras maestras» como La esfinge maragata (1914), de Concha Espina, e Història d’una pobre noia (1928), de Folch i Torres, se comprometió a devolver su botín e incluso hizo un llamamiento en las redes sociales para que el resto de asistentes que también se agenciaron joyas de papel «como un
La Fundación Fupar, que trabaja con discapacitados, alquiló los libros para elaborar los adornos
suvenir» las devuelvan cuanto antes. «No eran un regalo», advierte.
Fuentes de Planeta responsables de la organización del acto consultadas por este diario desconocían el incidente. Ahora mismo, los únicos perjudicados son los propietarios de la librería especializada, que los alquilaron para embellecer las mesas de los invitados durante la gala. El número de libros desaparecidos es importante, según explica Ramis. «Yo estaba en una mesa de prensa, y todos pensábamos que solo noso- tros nos habíamos llevado algún libro. Algunos, no diré nombres, son muy frikis de los libros antiguos... Pero cuando estábamos haciendo una copa en el Juan Carlos vimos llegar a muchos invitados, y no solo escritores, con uno o más libros en las manos», cuenta Ramis.
Asunto peligroso
La petición de libros antiguos para decorar la gala del Planeta llegó a la asociación Gremi de Llibreters de Vell de Catalunya, que la derivó a sus agremiados, por si alguno estaba interesado. «Personalmente no me interesaba. Alguna vez he alquilado libros para algo parecido y he tenido una mala experiencia», explica el vicepresidente del gremio, Albert Casals, también librero de viejo.
Finalmente, un agremiado se prestó a alquilar cientos de libros para la cena literaria. En total, 500 ejemplares antiguos. La propietaria de la librería, muy afectada y que prefiere mantenerse en el anonimato, desconoce el alcance del pillaje. Todavía no ha podido reunirse con la fundación para hacer un recuento real. Solo quiere que los asistentes tengan en cuenta el «gran trabajo que hace la Fundación Fupar» por la inclusión de personas con algún tipo de discapacidad. «Que recapaciten y devuelvan esos libros», agrega.
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