El Periódico - Castellano

Erradicar el lenguaje homófobo

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Hace tres años adquirí una modesta barbacoa de obra para el patio de mi apartament­o en Bagà (Berguedà), y un vecino de un inmueble anexo la denunció en el mismo momento de su instalació­n. Después de tres años intentando que el Ayuntamien­to de Bagà permitiera que esta pequeña obra de 70 centímetro­s cuadrados y que nunca llegó a entrar en funcionami­ento fuera reconverti­da en armario exterior, finalmente el pasado abril tuve que derribarla y abonar 300 euros para que no se inicia el expediente sancionado­r. Me considero infractor por no haber solicitado licencia de obras. Aunque la denuncia venía motivada por temas médicos del denunciant­e, el arquitecto municipal, así como el consistori­o, han actuado de un modo impecable e implacable contra mis solicitude­s. Los vecinos residentes habituales están de enhorabuen­a por cómo velan las institucio­nes municipale­s por su salud. En mi caso, como residente ocasional y contribuye­nte pleno durante todo el año, no dejo de sorprender­me por este trato con uno de sus vecinos también, aunque sea el de Barcelona.

Mucho se ha hablado de la polémica surgida en OT sobre si se debía haber sustituido de una canción de Mecano la palabra mariconez por estupidez. En mi opinión, maricón y sus derivados (mariconada, mariconez...) no dejan de ser un insulto homofóbico, transfóbic­o y machista. Su intención es mofarse de la masculinid­ad de una persona y a su vez igualar la feminidad a algo ñoño, insulso o cursi. Yo creo que debería haberse cambiado. Seguir usando palabras peyorativa­s que perpetúan el heteropatr­iarcado y la heteronorm­atividad es un error. No quiero censuQue

Mi modesta barbacoa

rar a nadie, sino abrir un poco más el debate sobre el uso del lenguaje, lo que puede ser ofensivo y lo que no.

Si nos paráramos a pensar las veces que muchas personas han tenido que escuchar este insulto, quizá entendería­mos el daño que puede hacer el uso de una sola palabra. Habrá quien defienda que dentro del colectivo LGTBIQ se usa y no pasa nada. Pero la apropiació­n de la palabra maricón por parte del colectivo LGTBIQ es simplement­e una herramient­a para restar importanci­a al propio insulto, y así intentar cambiar su significad­o.

dos concursant­es de OT abran este debate no deja de ser anecdótico. No podemos pretender que estas personas encabecen la lucha LGTBIQ, pues no les toca; toda ayuda y alianza es bienvenida, pero estamos faltos de referentes que den un golpe en la mesa y digan basta. No es algo superficia­l, todos deberíamos unirnos para erradicar el uso del lenguaje homofóbico, transfóbic­o, machista, racista... la presión que se nos impone para no desviarnos de este camino. Con 20 años parece que deba tener mi vida planificad­a y encarrilad­a. En un año ya debería tener un trabajo estable donde poder ir creciendo y así sentir que he triunfado en la vida. Pero ¿sabes qué? Que el mes pasado me pidieron el DNI en un bar al pedir una cerveza. No entiendo cómo a alguien a quien se le pide tanto a la vez aún se la pueda confundir con una niña. Pero, al fin y al cabo, solo tengo 20 años.

La ignominia

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