El centroderecha
El ideólogo de la derecha española, José María Aznar, habló el otro día del «centroderecha español», y en el mismo discurso mencionó al PP de Pablo Casado, a Ciutadans (C’s) de Albert Rivera e incluso a Vox. De Vox queda clarísimo que es un partido de ultraderecha, después de lo que manifestó su líder, Santiago Abascal, hace unos días en un mitin de la formación. En cuanto al PP y a Ciudadanos, últimamente están compitiendo por ver quién está más a la derecha, no solo por su posición en contra del Catalunya, sino también en otros temas como el aborto, el feminismo y los derechos del colectivo LGTBI. Respecto a cuestiones sociales y económicas, los tres partidos son lo que llamamos neoliberales, es decir, quieren beneficiar a la oligarquía económica y desterrar los derechos de trabajadores, autónomos, pensionistas y parados. Hace un tiempo, la democracia cristiana europea, cuando gobernaba, aplicaba parte del programa de la socialdemocracia en el terreno socioeconómico, sin dejar de ser de derechas. ¿Pero dónde está ahora el centroderecha? La ignominia. Ese bonito, curioso y extraño término que hace referencia al escarnio público de alguien sobre alguien. Un intento de ridiculizar al otro de manera pública, motivado o no por un objetivo. Pues, miren, creo que vivimos en una sociedad ignominiosa. Nuestros políticos la practican con tanta asiduidad que ya ni nos sorprende. Pero es que nosotros también somos doctorandos en ignominia. Comentarios en redes, arengas entre amigos a pie de barra de bar, en los semáforos, en el rellano de la escalera. Y, claro, para contrarrestarla, tenemos el honor a flor de piel. Un escudo demasiado fino, a veces, que sirve para contrarrestar al descarado ignominioso que pretende ridiculizarnos. Entre ignominias y honores pasamos la vida. Una forma entretenida y demasiado peligrosa que nos tiene en vilo en estos tiempos tan convulsos.
Concierto sin móviles