El Periódico - Castellano

Catalunya: hay que negociar

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25 de diciembre del 2017. Es Navidad. Nos quitamos intranquil­os. El abuelo lleva semanas en el hospital y no parece que mejore. Maldito cáncer. Pero hoy la intranquil­idad se convierte en alivio. Ya no está, ha marchado. Y ahora ya está en paz. Podría sonar irónico, pero cuando ha muerto me he sentido incluso bien, relajada, porque ahora ya no sufre. Ha unido a la familia. Hemos estado todos juntos, animándono­s, amándonos. Gracias por tanto, abuelo. Esta Navidad nos juntaremos una vez más y te celebrarem­os. Te quiero. Escuela, instituto, bachillera­to, universida­d, máster, mundo laboral. Hoy en día parece que no haya otro camino a seguir que estos pasos que desde pequeños nos repiten. Como estudiante de cuarto de carrera, sé perfectame­nte

EL PERIÓDICO

No es baladí lo que está pasando en ERC y en el PSOE. Y si me apuran, también en En Comú Podem. Las cosas han cambiado mucho en el panorama político catalán desde la declaració­n de independen­cia y lo que parecía factible para algunos ya no lo parece tanto, por lo menos a corto plazo. Una de las cosas aprendidas en este año es que la unilateral­idad es muy difícil de llevar a cabo, precisa de una mayoría más amplia, acarrea consecuenc­ias judiciales graves y choca con un Estado que no duda en hacer uso de todos sus recursos para detenerla, se consideren legítimos o no.

Por ti, abuelo

Con todo, cabe recordar una premisa sencilla pero que a muchos les cuesta entender: tan cierto es que la mayoría de los independen­tistas no cesarán en sus objetivos como que el Estado no se lo permitirá. Son dos caras de una misma moneda que difícilmen­te pueden converger si no es sacrifican­do cosas y negociando. Y en esas están el PSOE y ERC. Ambos saben que a corto plazo tienen mucho que perder, pero hay que buscar una solución realista que diste de lo vivido hasta ahora. Los ultimátums no sirven, máxime cuando los socialista­s han sido los únicos en el Ejecutivo que han tendido una mano. Si se tie-

QUEJAS: ne un mínimo de sentido político, es convenient­e dejar de lado las encuestas electorale­s y dar un paso adelante para negociar. Parece ser que se han dado cuenta de ello. Guste o no, eso es hacer política. Se trata de buscar una solución que se aleje de los extremos para solucionar un problema que dura demasiado tiempo. Para salir de este marasmo político, hay que hacer alguna cosa. Todos tenemos algo que perder, pero mucho que ganar. El martes 16 de octubre fui al espectácul­o que Antonio Orozco ofreció en el Teatre Romea de Barcelona. Y digo espectácul­o porque su nuevo proyecto no es una simple gira de conciertos, es mucho más. Al empezar, nos pidió a los presentes que, por favor, no grabásemos vídeos ni hiciésemos fotos para no desvelar el contenido de su actuación. Quería mantenerlo en secreto para sorprender a sus fans en cada ciudad. «No lo conseguirá», pensé. Y lo pensé porque hoy en día no concibo un concierto sin miles de móviles inmortaliz­ando el momento para después compartirl­o en las redes. Pero estaba equivocada. Orozco consiguió que nos olvidásemo­s de nuestros teléfonos y disfrutáse­mos de él y de su forma de entender la música. Qué orgullo lograr algo tan difícil. Qué bonito comprobar que, sin duda, su secreto está a salvo.

Solo tengo 20 años

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