El Periódico - Castellano

En accidente de tráfico

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bajo –realizado mientras sonaba música de fondo–, los saudís, supuestame­nte, pintaron las paredes manchadas de sangre y descuartiz­aron el cadáver para deshacerse de él. El paradero del cuerpo, hasta la fecha, es una incógnita.

La policía, que también investigó la residencia del cónsul saudí en Estambul, dijo ayer que extenderá las pesquisas a un bosque cercano a Estambul y a la ciudad de Yalova a unos 100 kilómetros de la capital cultural turca, donde una de las furgonetas de los saudís fue vista esa misma tarde.

REGISTRO POLICIAL «Encontramo­s más pruebas del asesinato en el registro del consulado y ahora los equipos de investigac­ión están preparándo­se para realizar excavacion­es allí en caso de ser necesario», dijo una fuente policial al periódico oficialist­a turco Yeni Safak. Esta es la forma con la que el Gobierno turco intenta presionar al saudí para que esclarezca lo ocurrido: oficiales anónimos aportan pistas a la prensa mientras el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, y otros altos cargos del país cuidan su lenguaje al extremo y no acusan a nadie: se limitan a decir que no pueden hablar mientras la investigac­ión esté en curso.

Mientras, el escabroso caso está teniendo consecuenc­ias diplomátic­as. La conferenci­a de inversores Future Investment Initiative que reunirá en Riad a políticos, empresario­s y medios de comunicaci­ón de todo el mundo para discutir sobre la economía global va acumulando desercione­s de lo más significat­ivo. Ya han excusado su ausencia la directora del FMI, Christine Lagarde; el secretario estadounid­ense del Tesoro, Steven Mnuchin; el ministro de Finanzas francés, Bruno Le Maire, y su homólogo holandés, Wopke Hoekstra, así como el titular británico de Comercio Internacio­nal, Liam Fox.

Mientras, el caso sigue con su macabro devenir. De los 15 sospechoso­s de viajar a Estambul para asesinar a Khashoggi ya solo quedan 14. Según Yeni Safak, uno de ellos, Mashal Saad al Bostani, de 31 años y miembro de las fuerzas aéreas de su país, murió en accidente de tráfico. De momento, se desconocen más detalles de su muerte.

«que su despotismo llega a niveles del de tiranos como Sadam Husein y Muamar Gadafi, que usaban las embajadas de Irak y Libia para aterroriza­r a los exiliados».

Cuando el rey Salmán defenestró a su sobrino y hasta entonces heredero, Mohamed bin Nayef, y lo sustituyó por MBS, el nuevo delfín prometía ser un soplo de aire fresco para la monarquía.

Nacido el 31 de agosto de 1985, se licenció en Derecho con la segunda mejor nota de su promoción. Poco después estableció diversas empresas y se implicó en cuestiones de gobierno.

Casado y padre de tres hijos, el príncipe creó la Fundación MiSK, que trabaja en programas de aprendizaj­e y liderazgo para jóvenes. Esto le valió que la revista Forbes Oriente Medio lo nombrara «personalid­ad del año» en el 2013.

De los 15 sospechoso­s del asesinato del periodista ya quedan 14: uno perdió la vida

Política exterior agresiva

MBS, de 33 años, se embarcó de pleno en la política cuando entró en el Consejo de Ministros en el 2007, luego pasó a ser consejero especial de su padre, que era gobernador de Riad. En enero del 2015, con la llegada al trono de Salmán, MBS fue nombrado ministro de Defensa –el más joven del mundo– y viceprimer ministro. Desde su cartera lleva a cabo una política exterior agresiva para contrarres­tar la influencia de Irán, el gran rival de Arabia Saudí en Oriente Próximo.

El príncipe es el arquitecto de la

En el 2015 fue nombrado ministro de Defensa, entonces el más joven del mundo

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