El Periódico - Castellano

Las alcachofas y Rahola

- JOAN Ollé

«Dicen que la diputada Rahola sale en Playboy, aunque no como chica del mes, sino opinando sobre las costumbres y tendencias de sus colegas parlamenta­rios». El primer párrafo nos sitúa vagamente en la época en que fue redactado el artículo: 1993-2000, tiempo en el que Doña Pilar practicó el pluriemple­o aéreo entre los leones del Congreso y la plaza de Sant Jaume.

Y sigue: «No sé qué cabeceras le quedan en su desenfrena­da razia mediática, pero la diputada y concejala del equipo de gobierno de Barcelona y tertuliana y no sé cuántas cosas más hace buena la frase que popularizó el malogrado Ramon Trias Fargas: «Va de victoria en victoria hasta la derrota final». Pondré al día al entonces periodista: a lo largo de los 20 años que separan su escrito de la actualidad, Doña Pilar ha participad­o –siempre evacuando lo más estridente de sí misma en mil peleas de gallos– en mil programas televisivo­s de Telecinco, TV-3, 8TV...: Crónicas marcianas, Els Matins de TV-3, La noria, El gran debate, 8 al dia', Sábado Deluxe, Hechos reales… Ahora predica a diario, salvo fiestas de guardar, en Tot es mou y Preguntes Freqüents, de TV-3. Dedicación absoluta.

Visto el currículo y supuesta la cuenta corriente, yo no hablaría de derrota... Pero sigamos leyendo al cronista de finales de milenio: «Y es que la irresistib­le atracción que Rahola siente por las alcachofas –término que en el argot periodísti­co define a los micros de las radios y las teles– la puede llevar, si no lo ha hecho ya, al ridículo y al esperpento». ¿Qué duro, verdad?

Cualquiera diría que esta rotundidad se debe a algún que otro Arcadi Espada, o aún peor. Pero no: el articulo, titulado Alcachofas, lo firmó un treintañer­o Carles Puigdemont en el diario El Punt el 22 de marzo de 1998, un Puigdemont que, pasados 20 años, «ridículo y esperpénti­co», va mendigando alcachofas para explicar al mundo las glorias de la patria catalana. Pero seamos justos y valoremos también la parte positiva del paso del tiempo para las personas: si Puigdemont, después de descuartiz­ar a Doña Pilar, compartió alegrement­e con ella exclusivos festorros estivales a los acordes de una guitarra, es que este hombre tiene capacidad de cambiar de opinión, cosa que muchos celebraría­mos que ocurriese muchísimo antes de otras dos décadas.

Ahora, con fondo de guitarra y mejillones crudos, suena Volver, el recurrente tango de Gardel y Lepera, en la Casa de la República: «Sentir que es un soplo la vida, que veinte años no es nada (…) Tengo miedo del encuentro con el pasado que vuelve a enfrentars­e con mi vida (...) Tengo miedo de las noches que pobladas de recuerdos encadenan mi soñar (...) Pero el viajero que huye, tarde o temprano detiene su andar».

LOS SÁBADOS, CIENCIA

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