El Periódico - Castellano

Una sonrisa de oreja a oreja

ARTHUR MELO es un hombre inmensamen­te feliz desde que hace poco más de tres meses llegó al FC Barcelona, el club «de Xavi e Iniesta». Y no se molesta lo más mínimo en disimularl­o

- RAFAEL TAPOUNET

Llueve con fuerza sobre la Ciutat Esportiva Joan Gamper. Llueve como en la canción de Jorge Ben Jor: Chove chuva / chove sem parar. Con la pretensión de sacarle partido al clima otoñal, el fotógrafo Jordi Cotrina le pide a Arthur que pose junto a la ventana con aire melancólic­o. El futbolista pone cara de perplejida­d. «Tristeza, saudade», trata de ayudarle uno de los presentes. Arthur asiente con la cabeza y pone cara de intensa concentrac­ión. Su disposició­n es inmejorabl­e, pero no hay manera. Una y otra vez se le escapa la risa. En el FC Barcelona, Arthur Henrique Ramos de Oliveira Melo es un hombre inmensamen­te feliz. Y le cuesta horrores disimularl­o.

Escribe Johan Cruyff en su autobiogra­fía que es bueno que los jugadores sepan hacerse la cama. Arthur tiene pinta de saber hacerse la cama. Probableme­nte lo aprendió cuando a los 14 años hizo las maletas y se fue solo a Porto Alegre, a más de 2.000 kilómetros del hogar familiar en Goiania, para unirse al Gremio FBPA. Hoy le brillan los ojos cuando rememora aquellos días de fútbol formativo: los entrenamie­ntos en la escolinha de su tío, las tardes chutando el balón contra la pared de su casa, los primeros partidos en el Goiás, la llegada a un equipo nuevo en una ciudad nueva… Y siempre con el Barça como referencia. Un equipo construido en torno al balón, en el que «la técnica y la visión de juego son mucho más importante­s que el físico». El equipo, subraya, «de Xavi e Iniesta».

Para hacer explícito ese hilo invisible que une a Arthur con los dos futbolista­s bajitos que gobernaron el mundo desde el centro del campo azulgrana, el fotógrafo quiere retratar al brasileño ante un póster en el que aparecen los dorsales de ambos. El 6 y el 8. «Por mí no hay problema, pero…». Y lanza una mirada interrogat­iva hacia el empleado del departamen­to de comunicaci­ón del club que le acompaña. Arthur lleva poco más de tres meses en Barcelona y aún se conduce con la prudencia y la disciplina del que sabe, pese a todos los logros y alabanzas, que apenas está empezando. Que aún le queda mucho por aprender. Y que está en el mejor sitio para hacerlo. Al final, posa para la foto. En ese momento, ignora que solo unas horas después, en una entrevista con una emisora de radio argentina, Xavi Hernández afirmará que «si a Arthur le dan partidos, estamos ante un futbolista que puede marcar una época en el Barcelona». Si es cierto que el halago debilita, ya puede el brasileño ir comiendo espinacas para contrarres­tar el efecto. Con todo, ningún elogio de los que ha recibido en estos meses le ha provocado tanta dicha como el que le dispensó Leo Messi desde el programa Tot Costa de Catalunya Ràdio: «Todos los [fichajes] que han llegado son muy buenos, pero si tengo que quedarme con uno, es con Arthur. Me sorprendió. Es muy confiable y seguro». Palabra de Dios.

El goianiense estalla de felicidad a la hora de relatar cómo se enteró de las palabras de Messi. «Así me quedé», dice, y con los índices de ambas manos se dibuja una sonrisa de oreja a oreja. Es el mismo gesto que ha hecho poco antes, cuando explicaba qué sintió en el momento de saltar al césped del Camp Nou el día de su presentaci­ón. «Alegría y orgullo –dice-. Por mí y por mi familia». La familia que lo dejó marchar a Porto Alegre para que se hiciera un hombre y que ahora lo acompaña en su aventura barcelones­a, aunque mamá Lúcia prefiere no ir a ver los partidos por una superstici­ón nacida en la vuelta de la final de la Copa Libertador­es del 2017.

Arthur lo cuenta y, una vez más, se le escapa la risa. Por mucho que afuera siga lloviendo.

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Arthur explica cómo se quedó de sonriente cuando se enteró de los elogios de Leo Messi.

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