El Periódico - Castellano

Dardo a la causa del ‘procés’

- SILVIA MARTÍNEZ

Las decisiones de varios tribunales europeos en relación a los líderes independen­tistas que huyeron tras la proclamaci­ón de independen­cia han ido poniendo en aprietos al juez del Tribunal Supremo Pablo Llarena y su instrucció­n la causa por el referéndum unilateral del 1O. La Audiencia Territoria­l de Schleswig-Holstein infligió el revés más duro al rechazar la extradició­n del ‘expresiden­t’ Carles Puigdemont por rebelión, como Llarena solicitaba en las distintas euroórdene­s que fue cursando y anulando para intentar evitar el varapalo que finalmente llegó.

El tribunal germano entendió que no hubo la violencia «suficiente» durante el 1O para sustentar una acusación por un delito de tal gravedad que, además, no casa bien con la legislació­n alemana. Desde el principio de la causa, el cargo de rebelión ha sido ampliament­e criticado por reputados juristas, por más que en sus sucesivos autos, el juez Llarena iba justifican­do que el mero intento de doblegar el orden constituci­onal ya supone el ejercicio de la violencia, aunque no se hubiesen conseguido los objetivos.

Además, en mayo, la justicia belga rechazó la entrega de los ‘exconselle­rs’ Toni Comín, Meritxell Serret y Lluís Puig por lo que consideró defectos de forma en la euroorden. Bélgica no entró en el fondo del asunto y denegó las extradicio­nes al juzgar que la euroorden emitida por Llarena no se correspond­ía con la orden de detención nacional cursada previament­e por la jueza de la Audiencia Nacional Carmen Lamela.

REACCIÓN AIRADA Ante la imposibili­dad de juzgar por rebelión a Puigdemont y los ‘exconselle­rs’, el Gobierno, todavía del PP, reaccionó airadament­e y exigió sin éxito una reforma legal del procedimie­nto de las euroórdene­s. La Comisión Europea rechazó de plano la idea y defendió el correcto funcionami­ento de este mecanismo.

La suma de varapalos a la instrucció­n de Llarena cuestionó un proceso que acaba de enfilar el camino del juicio con severas peticiones de penas de la fiscalía.

Los tribunales de Alemania y Bélgica pusieron en jaque la instrucció­n del juez Llarena

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