Un Vallès más verde
Vivo en una ciudad cada vez más poblada, que quiere disfrutar de actividades al aire libre, que pide a gritos más zonas verdes donde desahogarse. Desde hace unos años, parece que la prioridad no son los ciudadanos sino los presupuestos, los grandes proyectos y en especial los que requieren poco mantenimiento. Está claro que cimentando los espacios públicos garantizamos que este mantenimiento sea casi nulo. Sin embargo, no creo que sea solo una cuestión de presupuestos. Si nos fijamos, se destina un extraordinario presupuesto a las fiestas mayores en la mayoría de ciudades del Vallès (Occidental y Oriental). Solo es un ejemplo, pero seguro que hay muchos otros gastos discutibles y desmesurados (pabellones municipales desproporcionados, teatros que casi no se utilizan, explanadas mal amortizadas...). ¿Se podría destinar más dinero para crear zonas verdes? Seguro que sí. Oxigenar las ciudades, especialmente las que tienen polígonos industriales y baja calidad del aire, sería un gran avance y una mejora indiscutible.
No solo se trata de construir parques verdes, se me ocurre apuntarnos a la creación y propagación de techos verdes, es decir, tejados tapiados de plantas. El mantenimiento es mínimo, reducen la contaminación y ayudan a refrescar los edificios. Es una medida muy viable en empresas, ya que disponen de grandes superficies. Suena idealista y quizá sea una medida poco popular, pero cada vez más administraciones públicas están haciendo posible esta realidad en ciudades como Madrid, Copenhague, París, México D.F... Y es que no todo se reduce al dinero, también la calidad de vida y del aire son imprescindibles para vivir más y mejor. Esperemos que nuestros políticos tomen nota de las medidas medioambientales de los países más avanzados y podamos convertir nuestras ciudades en zonas más dignas y vivibles. De momento, se llevan la palma los proyectos más populares restaurantes no están familiarizados con estos métodos preventivos, por eso la asociación ofrece cursos de formación para incentivarlos a iniciarse y certificarse. La celiaquía es una enfermedad, no una moda, y me siento orgullosa de vivir en un lugar donde se promueve que cada vez haya más oferta de alternativas.
No hemos mejorado
Yo era pequeña cuando se votó, pero recuerdo que les pregunté a mis padres si ellos votarían y me dijeron: «Tenemos que votar porque ya nos han dicho que sino vendrán otra vez los militares y será peor». Recuerdo su temor el 23-F. Siempre la amenaza, como ahora. No hemos mejorado mucho, seguimos alérgicos a la discusión y a la mejora de las cosas. Vamos atrás con las libertades y claro, la Constitución ni tocarla. Yo voté el 1-O, pero todavía hay parte de la sociedad que está con el sentimiento que tenía mi padre hace años. Votar para ver qué relación tenemos con el resto, ni hablar. Todo tiene que seguir igual. Espero que, en un futuro, mis hijos disfruten de la libertad que yo no he tenido.