El Periódico - Castellano

La tarde de los transistor­es

Solo un locutor argentino puede dotar de tensión narrativa a la decisión de la Conmebol

- MIQUI Otero

Dijo una vez el actor Gene Hackman que ver una película de la nouvelle vague era tan aburrido como ver secarse la pintura de una pared. Esperar a que drene un campo de fútbol argentino es, sin embargo, más trepidante que un thriller como French connection.

Ayer a media tarde, hora española, lo más cabal ante el diluvio universal habría sido buscar una pareja de coatíes, una de carpinchos, otra de pingüinos de Magallanes y una más de guanacos, además de un par de seguidores de River y otros dos de Boca (son especies distintas), para montarlos en un arca con el fin de preservar la fauna argentina. Y, sin embargo, durante varias horas se especuló sobre la celebració­n de un partido de fútbol en una piscina olímpica. Fue la tarde de los transistor­es, con una emoción parecida a la del 23-F.

No es difícil narrar una final, pero dotar de tensión narrativa al repaso de la legislació­n de la Conmebol solo está al alcance de los locutores argentinos: «La ley normativa parece que dice que si se suspende con el partido iniciado…», repasaba una voz de Radio Continenta­l, para concluir, con humor involuntar­io: «¡Parece que el paraguas está abierto!». Segundos después, leía que una torre televisiva había caído sobre una grada, aún vacía. El partido también seguía abierto.

La decisión no era si se jugaba o no se jugaba un partido. En ella, cristaliza­ban muchas otras cosas que tenían que ver con la imagen que ofrecía al mundo Argentina y con el dinero de los derechos televisivo­s. Nadie pensaba en los verdaderos protagonis­tas de esta historia. Algunos de ellos estaban (perdón) al-otro-lado-del-charco, agotando los datos de su 3G, buscando wifi en la puerta de la tienda de Apple de la plaza de Catalunya y viendo cómo en sus vasos de Starbucks (un café después de mil cervezas) un barista garabateab­a «Martín Palermo».

Los barcelones­es sabemos lo importantí­simo que es el timing para la borrachera: los ingleses, acostumbra­dos al cierre de pubs a las once de la noche, se desploman en etilismos histéricos porque beben a su ritmo hasta esa hora y luego siguen y siguen hasta que acaban abrazados a papeleras de las Ramblas tocados con sombreros mexicanos. Ayer, muchos hinchas bravos de Boca y River empezaban sus asados a mediodía con una hora en la cabeza: las nueve de la noche. Bebieron durante toda la tarde con esa cita en mente. Cuando los responsabl­es de la Libertador­es se planteaban retrasar la final dos horas, a nuestras once, no pensaban en qué condicione­s llegarían sus hinchas emigrados, más cerca de abrazar a un guardia urbano que de celebrar un gol. 20 años no serán nada, pero dos horas serían demasiadas para ellos.

Entretanto, los locutores de Radio Continenta­l continuaba­n barajando porcentaje­s de posibilida­des con más épica que la CNN durante

Los hinchas se aferraban a la radio como si se hablara de un magnicidio

las elecciones mid terms. No podía ser, pero quizás fuera. Un 90% de posibilida­des. Luego un 70%. Luego un 95%. Vaso medio vacío, luego medio lleno. Los hinchas se aferraban a la radio como si se hablara de un magnicidio. «¡Prisión preventiva para los dirigentes de la Comenbol!», clamaban las ondas.

No quisiera ser un choripán en esta situación. Ni el trabajador de Boca al que ayer le dijeron: «¡Pibe, buscá una lona para tapar el campo!». Lo imagino recurriend­o a las mantelería­s de su ajuar.

Muchos han hablado estos días de la emoción y el desafío a la racionalid­ad que conserva el fútbol argentino y que perdió el europeo. La lluvia les dio la razón. Dioniso bailando y Zeus sintonizan­do en su app de radios mundiales. Es más emocionant­e una decisión burocrátic­a en el fútbol argentino que cientos de partidos de la liga francesa. Miles de hinchas calentando la banda bajo el aguacero. Todos esos momentos se perderán como lágrimas en la lluvia. Dicen que el partido se celebrará hoy. El pibe de la lona quizá ha mirado la previsión: dan tormenta. Continuará.

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