Colau mantiene la pugna con las terrazas en Ciutat Vella
El distrito continúa aplicando recortes de mesas pese al acuerdo a nivel de ciudad El gremio critica que se siga una línea «beligerante» contraria a lo acordado
El pasado mes de diciembre se selló el acuerdo para finalizar la guerra de las terrazas. El enfrentamiento entre el Ayuntamiento de Barcelona y el Gremi de Restauració por la aplicación estricta de la ordenanza aprobada durante el mandado de Xavier Trias, que obligaba a recortar el número de mesas en las calles para facilitar el movimiento de los peatones, finalizó con una revisión de la norma el pasado junio que teóricamente debía permitir recuperar algunos centenares de plazas con una interpretación más flexible. Le siguió un trato específico para las terrazas de la Boqueria acordado en julio. La tregua se ha mantenido en toda la ciudad excepto en el distrito de Ciutat Vella, donde el gremio ha iniciado una serie de movilizaciones después de constatar que la nueva ordenanza se está utilizando, en este caso, para seguir recortando la oferta.
«El distrito muestra una actitud excesivamente beligerante, con continuas amenazas, en contradicción con el pacto, porque la flexibilidad que se acordó fue para salvar terrazas, no para cerrar aún más», critica el director del Gremi de Restauració, Roger Pallarols. «Hay zonas de la ciudad que son más complejas que otras. Ciutat Vella tiene una mayor densidad, falta de espacio público y la mayor concentración de restauración de la ciudad», alega la concejala de Ciutat Vella, Gala Pin.
Tras la reforma de la ordenanza, el distrito debe ajustar las zonas de terrazas a la nueva normativa y modificar en el plazo de dos años las ordenaciones singulares que se habían aprobado en algunos espacios. «Queremos hacer un planteamiento más global de cada espacio público, no solo mesas y sillas, y revisar todas las situaciones en las que hay conflicto que tiene que ver con el descanso vecinal, y si hay afectación vecinal velaremos sobre todo por la salud y el derecho al descanso de los vecinos», advierte Pin. «Donde ha habido procesos participativos, los vecinos han dicho que los principales problemas que tienen son otros», responde Pallarols.
«No solo no se está cumpliendo el proceso de pacificación sino que, excepto en la Boqueria, en Ciutat Vella han acelerado el proceso de reducción de licencias, inspecciones y sanciones; hay 20 puntos en Ciutat Vella donde hay algún tipo de amenaza», lamenta el director del Gremi de Restauració. Los más avanzados, en la plaza de Ramon Berenguer, Santa Maria del Mar y Jacint Raventós. «En ningún caso el problema de ocupación indebida del espacio público es el de las terrazas –protesta Pallarols–. El sector ya ha sufrido bastante y las terrazas son vitales para su supervivencia, además de generar puestos de trabajo e impuestos», añade.
Las protestas del gremio se han encontrado con la respuesta de entidades como Ciutat Vella No Està En Venda, la asociación de vecinos del Gòtic, Fem Plaça, la FAVB, la Assemblea de Barris per un Turisme Sostenible y Carrers per a Tothom, que rechazan «la carta blanca que exige el gremio» en el uso del espacio público ya que «se deben garantizar los derechos del vecindario al uso y disfrute de nuestras calles y plazas limitando su explotación económica» y garantizando «el derecho al descanso, a la accesibilidad y a un medioambiente adecuado».
SANTA MARIA Y LA BARCELONETA Los primeros roces se han producido en la plaza de Santa Maria del Mar y el paseo de Joan de Borbó. En Santa Maria del Mar, la sobreocupación de hace un tiempo ha dado paso a una notoria reducción (cuatro terrazas de cuatro mesas, y una de dos) y según Pallarols aún se quiere «reducir tres de ellas y eliminar dos» cuando no hay problema, «ya que solo se está ocupando el 10% de la plaza. Tras la primera manifestación del gremio en este enclave se produjo una reunión con la concejala Pin que según los restauradores fue bastante positiva. «Estamos con la mano tendida a hacer la reflexión de fondo que se nos pidió para que la restauración tenga un papel en la mejora del espacio público», sostiene Pallarols, que se felicitó de la disposición municipal a revisar sus planes para el paseo de Joan de Borbó.
La concejala sostiene que en esta zona de la Barceloneta se puede mantener «el cómputo global» del espacio ocupado por las terrazas según las licencias vigentes, pero no el espacio que ocupan efectivamente en los casos en que sobrepasan el espacio concedido. Sí esta dispuesto el distrito a aceptar que las terrazas sigan arrimadas a las fachadas, en lugar de aplicar su plan inicial de desplazarlas, lo que habría obligado a reducir la capacidad de los establecimientos «en un 25%», según el gre- mio. «Siempre a la espera de lo que diga el Institut Municipal de Discapacitat y de que los pasos entre terraza y terraza para acceder a las viviendas sean suficientemente anchos» y de que estas formen un frente «lineal», apunta la concejala.
Sin embargo, las relaciones se enrarecieron de nuevo tras aquella primera reunión cuando la semana pasada llegaron notificaciones para recortar el número de mesas en la plaza del Bonsuccès. «No retiraremos sanciones porque sí, aunque podemos revisar alegaciones. Pero si hay un requerimiento de un vecino porque hay una ocupación indebida del espacio no podemos dejar de actuar y decirle a la Guardia Urbana que no vaya», responde la concejala. Aunque las terrazas de Bonsuccès no han recibido nota de ninguna infracción, sino de una nueva adjudicación de espacios más restrictiva.
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La concejala Gala Pin alega
que el centro histórico está mucho más saturado por el turismo y la restauración