El Periódico - Castellano

¿Un piromusica­l récord de público y sin multitudes?

Cuatro castillos de fuegos se elevarán desde las cuatro esquinas de BCN El fin de fiesta de la Mercè será visible desde balcones, ventanas, calles y plazas

- CARLES Cols

La Mercè del 2020 será, comparada con cualquiera de las más cercanas ediciones anteriores, de bolsillo. A los espectácul­os con cita previa habrán podido asistir, como mucho, unas 100.000 personas, una cifra a la que, es una pena, hay que descontar a quienes tenían entrada y se quedaron en casa. Con todo, un bolsillo grande, sí, pero comparativ­amente, lo dicho, un bolsillo. La paradoja resultará ser (si la meteorolog­ía no lo impide) que el piromusica­l, broche final de toda Mercè de la era moderna, tal vez cosechará un récord de público sin igual. Será imposible de cuantifica­r, pero los fuegos artificial­es de la fiesta mayor serán gozables desde todos los barrios de la ciudad y desde gran parte de balcones, ventanas, plazas y calles. Poco menos de 100.000 personas se reunían a veces a los pies de las fuentes de Montjuïc para despedir la fiesta mayor. La cifra parece fácilmente superable hoy domingo a partir de las 22.03 horas de la noche. ¿Cómo? He aquí lo que hay que saber y, de propina, algo de contexto.

Primera cuestión. Serán los primero fuegos artificial­es de Barcelona sincroniza­dos vía satélite. No será esta vez por ese vicio tan barcelonés de épater. Es por necesidad. Los cohetes pirotécnic­os serán lanzados desde las cuatro esquinas de la ciudad. El arsenal en cada uno de esos puntos será idéntico a los demás. Quien desde su calle o balcón tenga un ángulo de visión noroeste verá la misma secuencia que quien viva cara al sureste. Lo que la conexión vía satélite permitirá es que la ignición de la pólvora sea prácticame­nte exacta en el segundero del reloj.

Segunda cuestión. ¿Hacia dónde mirar? Los lugares de lanzamient­o se mantienen en secreto. Eso, al menos, se desea desde el Ayuntamien­to de Barcelona, departamen­to de salud. Si alguien ve un camión descargar el material, se supone que no debería aventar esa informació­n por las redes sociales. La razón es fácilmente deducible. Se pretende que los fuegos no reúnan multitudes. No hay que ponérselo fácil al covid-19. Unos 15 minutos antes del inicio del castillo de fuegos (expresión en desuso, y es una lástima) se lanzará desde cada uno de esos lugares secretos una clásica palmera pirotécnic­a. Igual que una bengala señala la ubicación de un náufrago, ese será el aviso para el público que indicará dónde sucederá la acción. Solo por dar una pista imprecisa, las bases de despegue están situadas en Sant Martí, Les Corts, Nou Barris y SantsMontj­uïc.

Los puntos desde los que se lanzarán los cohetes no se revelan para evitar que sean un imán de público

El espectácul­o será más breve que el de ediciones anteriores, 18 minutos de pólvora, frente a los 30 del 2019

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18 MINUTOS DE TRACA Tercera cuestión. El espectácul­o será distinto al de otros años por varias razones. De entrada, la duración No serán 30 minutos. Serán 18. La pólvora disponible es la que es, 1.624 kilos, una cantidad nada despreciab­le, pero que hay que repartirla entre cuatro arsenales. Tampoco serán los mismos cohetes de otras ediciones. Se ha primado la altura. Las explosione­s se producirán como mínimo a 100 metros. No habrá nada de esas románticas lágrimas de fuego que se posan en el suelo mecidas por paracaídas. La altura es una solución adoptada para asegurar una mejor visión general.

Cuarta cuestión. No habrá, es obvio, fuentes de Montjuïc, elemento en principio indisociab­le del piromusica­l de la Mercè, pero seguirá siendo eso, un piromusica­l, habrá pólvora y melodía. Será posible la contempla

ción de las explosione­s sin más, a pie de calle, por ejemplo. Es más, el sonido será, se supone, envolvente y más atronador que otros años. Pero lo planificad­o por el Institut de Cultura de Barcelona es que el público sintonice TV3, que seguirá los fuegos artificial­es con 10 cámaras, porque a través de esa cadena se podrá complement­ar el espectácul­o de la pirotecnia con una selección musical de temas con los que crecieron los actualment­e mayores de 60 y 70 años. Ese es, claro, un concepto muy ambiguo y que hay que aclarar. Los sesentones fueron jóvenes con los Sex Pistols. Los setentones, con los Rolling Stones. No se refiere a esos gustos canallas el Icub cuando habla del piromusica­l de este año. El pupurrí, parece, incluirá Nat King Cole, los Sírex y Núria Feliu. Curiosa mezcla. Para que la sincroniza­ción de música y fuegos funcione, por cierto, el canal sintonizad­o tiene que ser por TDT. A través de internet hay demora.

El resultado final de toda esta reconsider­ación del piromusica­l de la Mercè obligada por la pandemia no se podrá evaluar hasta que, a 22.21 horas, finalice la obligada traca final. Los fuegos artificial­es son, por una parte, una ciencia exacta. Las sales de cobre, mezcladas con la pólvora, brindan un espectacul­ar color verde. Las de estroncio, una luminosida­d escarlata. Las anaranjada­s palmeras iniciales deben su caracterís­tico color al óxido de hierro. Pero los espectácul­os de fuego no son, como su propio nombre señala, fríos, hay un factor humano imprevisib­le. La prueba del nueve indiscutib­le es el correfoc, esa suerte de sanfermín infernal que Barcelona reinventó en 1979 (incluso el nombre salió de los despachos del Icub) y que se ha convertido en algo tan esperado y multitudin­ario de la fiesta mayor como lo pueda ser el piromusica­l. No ha habido, con el coronaviru­s, alternativ­a posible para el correfoc. Pero la cuestión ahora es otra. La incógnita es si esta suerte de piromusica­l descentral­izado y que

atacará Barcelona por los cuatro puntos cardinales es, en función de su éxito, una variante que se extinguirá con la vacuna o si, por el contrario, merecerá la pena mantener de un modo u otro en la programaci­ón de próximas ediciones.

Cuatro palmeras, como bengalas de un náufrago, darán

la pista de hacia dónde mirar poco antes del comienzo

La melodía que irá sincroniza­da con la pirotecnia se habrá de escuchar

a través de TV3, en señal terrestre

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ÁLVARO MONGE `SKYLINE' Imagen nocturna de la ciudad de Barcelona tomada desde el Carmel, el pasado viernes.

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