Rumba de homenaje
Clara Viñals y sus acompañantes mostraron plena comunión y capacidad para contagiar alegría
Un exuberante concierto celebrado en el Park Güell recordó al percusionista Xavi Turull, fallecido el pasado enero a los 59 años
Con su sorprendente Els afores, Renaldo & Clara lograron insuflar una luz y un dinamismo inesperados a su pop esencialista. Ahora, con L'amor fa calor, refuerzan el componente electrónico y el carácter bailable sin dejar de ser ellos mismos, buscando siempre el detalle que importa, una forma pequeña pero resonante de hacer las cosas.
En su presentación del álbum en la Antiga Fàbrica Estrella Damm, la gran compositora pop Clara Viñals y sus secuaces más habituales (Víctor Ayuso en bajo y programaciones; Hugo Alarcón 33
en teclados y guitarra) se dejaron acompañar por un par de cantantes/bailarinas, además del preciso arte a la batería de Genís Bagés, hermano de Marcel Bagés. Para ser uno de los primeros conciertos con esta formación y este repertorio, no lo parecía: plena comunión entre los componentes, sensación de que lo pasan bien y capacidad para contagiar esa alegría.
Cerca del comienzo sonó ya el quizá mayor hito del disco: Per fer-te una idea, una delicia electropop con el júbilo reposado de los mejores Yumi Zouma. Pero en el álbum hay más hits, como el himno de confinamiento La finestra, L'atur és el futur (ésta compuesta, señaló Viñals, antes del covid-19) y, por supuesto, la aérea (o muy Air) L'amor fa calor. Llegado el momento de repescar un verdadero oldie, D., nos lo trajeron maquillado con purpurina disco.
/ VIRAJE HACIA LA PENUMBRA Llegada ya la noche, Raül Refree y la cantante portuguesa Lina mostraban en Casa de l'Aigua –escenario usado por primera vez en la Mercè– su buena sintonía artística, producto de un gusto compartido por la melancolía. En su colaboración ella aporta una interpretación magnética del fado, en concreto del repertorio de Amália Rodrigues, mientras que él prescinde de guitarras clásicas para vestir el género en teclados espectrales.
Arrancaron, como en el disco Lina _Raül Refree, con la intensa Medo,
esta noche con una embrujadora coda ambient. Sin respiro, majestuosa Gaivota con Refree al piano de cola, solo estropeada por algunos ladridos insistentes; tratemos de imaginar que era parte del arsenal de ruido del proyecto. Poco después, Lina abordaba Maldiçao con fascinante estoicismo mientras su compañero de viaje experimentaba con los tonos más fúnebres. Cósmico fado de ruptura, de luto por un amor.
Una extática Quando eu era pequenina, en la que Lina aprovechó las posibilidades dramáticas del viento, siguió una Fado menor de alta densidad sintética, casi la clase de fado que grabaría Oneohtrix Point Never. Hitos como Foi deus, Barco negro y la insuperable Cuidei que tinha morrido
acabaron de dar forma a una noche para recordar.
H33 8Amigos
El pasado 20 de enero, el cáncer se llevaba, a los 59 años, a Xavi Turull, el que fuera percusionista y miembro troncal de Ojos de Brujo, así como músico asociado a multitud de artistas (de Ketama a los Kejaleo de Diego Cortés, pasando por Estopa o Rosario) y líder de proyectos como Amalgama. Su huella en aquel mestizo sonido Barcelona tramado en el cambio de siglo es profunda, como grande es la estela de estima que dejó en amigos y colaboradores, que ayer le rindieron homenaje póstumo en el Park Güell, en el marco de la Mercè.
Noche de reencuentro, con una quincena de músicos que formaban parte del entorno de Turull, entre ellos varios excomponentes de Ojos de Brujo, grupo que se desmembró hace siete años. Este concierto por ahora único surgió del diálogo entre tres de sus históricos pilares, el guitarrista Ramón Giménez, Dj Panko y el batería Sergio Ramos, y ahí estuvieron, en la plaza del Güell, con Barcelona a sus pies, pilotando la noche desde la primera canción, Debajo una piedra, rescatada de primer álbum de Ojos, Vengue (1999).
Tiempo para rememorar los logros del grupo en la fusión de un flamenco crudo y de las palmas rumberas con el riego electrónico y la rima urbana. Y ese groove con punto de anclaje en el bajo eléctrico, que manejó la hija de Xavi Turull, Sandra. En uno de los temas, Pa la tierra, la relevó el titular original de Ojos, Juanlu, embarcado desde hace años en la aventura de Calima. El material de aquel primer disco y de su relevo, Barí (2002), dominó el repertorio, con cuñas como Cielo azul, de Lenacay, con la guitarra
El recital contó con exmiembros de Ojos de Brujo, Maruja Limón, Txarango y La Pegatina
de El Rubio y doble ración de baquetas vía Txarango.
Ambiente de fiesta entre amigos, brotes de jaleo compartido y escenas de compadreo sin cortar el ritmo, todo ello con el reencuentro de viejos integrantes de Ojos como subtexto, si bien, aunque la reunión fue amplia (ahí estuvo también el percusionistacantante Max), a última hora faltó la sultana Marina. En la voz solista se relevaron intérpretes flamencas de calado como son Paula Domínguez y Maribel Martín, La Canija (del grupo D'Callaos), y cómplices como ese otro histórico del mestizaje condal, Wagner Pa, que se puso flower power al referirse a la parada de músicos como «los mercenarios del amor». Y Joan Garriga en Na en la nevera.
Marejada de ritmos
Dj Panko, operando como conductor, recordó la personalidad de Xavi no solo como instrumentista sino también como arreglista, con soluciones que «solían ser bastante complejas». Ilustrándolo, la marejada de ritmos, con cinco percusionistas en acción, en la pieza más asociada a sus artes, Acción reacción repercusión.
La troupe de Maruja Limón dio el empuje y el descaro a las Sultanas de mercadillo, otro clásico brujo (pasa, pasa, tristeza, pasa…), mientras el público se calentaba por dentro y bailaba sentado. El sonido Barcelona cruzó generaciones, como certificó Rubén, de La Pegatina, en un agitado Vacileo. Y la sombra de Xavi Turull las cubre todas. Lo subrayó la actriz Irene Montalà al describirlo como «un aventurero y un explorador musical» y una persona a cuyo lado «siempre podías aprender y crecer».
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