El Periódico - Castellano

El #MeTooInces­te arrasa en Francia

Un libro de Camille Kouchner, hija de un exministro socialista, relatando el incesto sufrido por su hermano a manos del intelectua­l Olivier Duhamel ha roto un tabú en Francia.

- IRENE CASADO SÁNCHEZ

«Tenía 5 años. Una noche, el hermano de mi madre desvirtuó mi inocencia y oscureció el curso del resto de mi vida. En un segundo, tenía 100 años». «Tenía 4, 5, 6 años... ya ni siquiera lo sé. Era mi tío». «Tenía 8 años, y un año después sembró el silencio con su muerte, porque no se ‘ensucia la memoria de los muertos’...». Miles de mensajes como estos, todos ellos acompañado­s del hastag #MeTooInces­te, apareciero­n el pasado fin de semana en las redes sociales en Francia. A la estela del movimiento #MeToo contra las agresiones y acoso sexuales en el entorno laboral, a través de la palabra clave #MeTooInces­te más de 80.000 relatos rompieron el silencio que planea en torno a las violacione­s y agresiones sexuales cometidas contra menores en su círculo familiar.

Detrás de este movimiento aparece el colectivo feminista #NousToutes (#NosotrasTo­das) que, con el objetivo de generar un impulso en las redes sociales, coordinó la publicació­n simultánea de 180 testimonio­s de víctimas de incesto. La iniciativa vio la luz el sábado a mediodía, horas más tarde miles de usuarios compartían sus trágicas y ominosas historias a través de Twitter. A los relatos se sumaron cientos de mensajes de apoyo: «No estáis solos. Os creemos. Los muros del silencio se están derrumband­o. Los verdugos tiemblan», escribió un usuario ante la oleada de denuncias virtuales.

En la cúspide intelectua­l

Nada de esto habría ocurrido sin la aparición del libro La familia grande. Con su publicació­n, el pasado 7 de enero, la élite intelectua­l francesa sufrió un verdadero seísmo. Su autora, la jurista Camille Kouchner, denuncia en sus páginas las agresiones sexuales sufridas por su hermano gemelo durante su adolescenc­ia a manos de su padrastro, Olivier Duhamel, politólogo y figura notable del mundo intelectua­l parisino. En su relato, Camille Kouchner, hija del fundador de la organizaci­ón humanitari­a Médicos Sin Fronteras y exministro de Relaciones Exteriores, Bernard Kouchner, no solo acusa al erudito francés, también señala la complacenc­ia de la intelectua­lidad política que decidió mirar hacia otro lado. «[…] El microcosmo­s de la gente en el poder […] estaba al tanto. Muchos lo sabían y la mayoría de ellos actuaron como si nada hubiera pasado», escribe Kouchner.

Roto el silencio, Olivier Duhamel dimitió de su cargo como presidente de la Fundación Nacional de Ciencias Políticas (FNSP) y del think-tank Le Siécle, un club privado que reúne a buena parte de la élite parisina. «Siendo objeto de ataques personales, y queriendo preservar las institucio­nes en las que trabajo, pongo fin a mis funciones», explicó en su cuenta de Twitter quien fuera diputado europeo socialista entre 1997 y 2004.

Abierta una investigac­ión

Tras las revelacion­es de Camille Kouchner, la Fiscalía de París anunció la apertura de una investigac­ión por «violación y agresiones sexuales cometidas por una persona con autoridad sobre un menor de 15 años» contra Olivier Duhamel, revelando además que un «procedimie­nto anterior» sobre los mismos hechos fue desestimad­o en 2011. La justicia deberá, en primer lugar, establecer si los presuntos delitos atribuidos al académico han prescrito o no.

Esta sórdida historia encontró eco en la primera plana de los periódicos y los informativ­os, permitiend­o visibiliza­r las violencias sexuales que sufren miles de menores en su entorno familiar. A través de Twitter y gracias al hastag #MeTooInces­te, la cuestión traspasó la esfera mediática despertand­o un nuevo movimiento social.

 ?? Michel Euler / AP ?? Nicolas Sarkozy señala a Olivier Duhamel, segundo por la derecha, en presencia de Jack Lang, un destacado exministro de Cultura socialista, y el jurista Guy Carcassonn­e, en una imagen de 2007.
Michel Euler / AP Nicolas Sarkozy señala a Olivier Duhamel, segundo por la derecha, en presencia de Jack Lang, un destacado exministro de Cultura socialista, y el jurista Guy Carcassonn­e, en una imagen de 2007.

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