Dudas razonables
Después de un año de evolución de la pandemia, con un escenario más que preocupante, donde todos pensábamos que lo que estaba pasando nos haría en el futuro más humanos; donde ha disminuido la clase media y ha aumentado el número de familias con dificultades; donde los ricos son igual o más ricos; donde muchas familias están perdiendo a seres queridos sin poder despedirlos (durísimo); donde los sanitarios en urgencias, intensivos, reanimación, quirófanos, centros sanitarios y plantas de hospitalización están demostrando su valía y se están dejando la piel y la salud; donde hace un año, sin saber a qué nos enfrentábamos, nos dijeron que era como una gripe; donde vivimos en un país con casos constantes de corrupción y que depende en gran parte de la economía terciaria, un país donde no tenemos dinero como otros de la Unión Europea para ayudar como toca a los pequeños empresarios; donde son más importantes las cuestiones electorales que la salud misma, etcétera.
La duda razonable es si realmente tenemos unos políticos a la altura de lo que la sociedad les pide y si lo que se debería haber hecho en ciertos momentos es decretar un confinamiento total y repartir la riqueza entre las personas que lo necesitan mientras dure la pandemia (dietas, gastos políticos innecesarios, reducción de sueldos de consejeros ejecutivos, reducción de gastos monárquicos y otras muchas medidas similares). Y, de paso, si lo que se ha hecho ha sido una decisión interesada electoralmente pensando en el gran empresario, que así no perderá el negocio, cuando la evidencia de los expertos sanitarios indica que el confinamiento es la única solución efectiva mientras no haya inmunidad de grupo. Una pandemia como la que estamos viviendo no nos ha hecho más humanos. Todo lo contrario, nos ha hecho más egoístas.