La lucha contra el virus centra el arranque de la presidencia de Biden
> El presidente presenta una estrategia nacional para enfrentar una crisis sanitaria que suma más de 406.000 muertos > Trump deja de herencia la ausencia total de un programa de vacunación
Ayer, el primer día completo de preside ncia de Joe Biden, la prioridad en la Casa Blanca fue poner en marcha una agresiva campaña ejecutiva, legislativa y social para combatir la pandemia. Hay razones. Es el día en que se cumplía un año exacto desde que Estados Unidos anunció su primer caso de coronavirus y desde entonces el país ha visto casi 24,5 millones de contagios (más de 4.200 sumados solo el miércoles), llora a más de 406.000 fallecidos y enfrenta no solo una crisis sanitaria agravada por la fallida respuesta del gobierno de Donald Trump sino una económica, subrayada por datos como el de que solo la pasada semana más de 1,3 millones de estadounidenses reclamaron prestaciones o ayudas por el paro.
En contraste con el abandono de la gestión de la crisis de su predecesor, que puso sobre las espaldas de los estados el peso principal de la respuesta al covid-19, Biden lanzó una estrategia nacional donde el Gobierno federal juega el papel clave. Firmó 10 órdenes ejecutivas que se suman a las tres del miércoles, emitió memorandos y centró su primera intervención pública más allá de la ceremonial de la investidura en lanzar un mensaje al país. «Estamos ante una emergencia nacional y es hora de que la tratemos como tal», dijo, prometiendo que la ciencia y los datos guiarán sus acciones y que permitirá a los expertos trabajar «libres de interferencia política». Era uno de los contrastes que ha querido marcar con la Administración Trump, a la que acusó de «no actuar con urgencia, foco y coordinación».
Sin abandonar el realismo que ha marcado su forma de abordar la pandemia, Biden reiteró que «las cosas van a empeorar antes de mejorar» y recordó que en febrero las víctimas mortales pueden alcanzar el medio millón. Pero prometió usar todo la fuerza del Gobierno federal.
Objetivos y pasos
Biden se mueve con siete objetivos: restaurar la confianza pública en los esfuerzos del Gobierno; conseguir más dosis de vacunas; mitigar la propagación del virus; ofrecer ayuda económica de emergencia; diseñar una estrategia para realizar pruebas en escuelas y lugares de trabajo; crear un grupo que acabe con la desigualdad racial, étnica y geográfica que agrava la crisis y, también, prepararse para el futuro.
El miércoles Biden ya ordenaba por decreto el uso de máscaras y distancia de seguridad en propiedades federales, frenaba la salida de la Organización Mundial de la Salud que Trump inició el pasado mayo y reactivaba una unidad de seguridad sanitaria global y biodefensa que su predecesor desmanteló. Ayer lanzaba iniciativas para proteger trabajadores, mejorar la igualdad racial en la respuesta y acelerar la fabricación de material, tanto el necesario para pruebas como las propias vacunas.
Además creaba un panel que dictará directrices unificadas sobre pruebas, establecía test gratuitos para quienes no tienen medios, imponía una moratoria a los desahucios y urgía a posponer ejecuciones de hipotecas que tienen avales federales. Otra de sus prioridades es promocionar la reapertura segura de las escuelas. E impuso que todos los visitantes a EEUU tengan previamente una prueba PCR y se sometan a cuarentena al llegar.
Herencia envenenada
Todo el reto de confrontar la pandemia se ve agravado por el legado envenenado que le ha dejado Trump. La nueva Administración ha identificado 12 problemas inmediatos en lo referente a suministros. Y aunque la operación para desarrollar las vacunas fue un éxito, se tornó fracaso a la hora de diseñar las siguientes etapas. «Lo que heredamos es mucho peor de lo que imaginamos», denunció Jeff Zients, nuevo coordinador de la respuesta de la Casa Blanca. Entre las denuncias, que no se compartió información crucial y que no había un plan de vacunación, que ahora se pone en marcha contra reloj para lograr la meta de Biden de 100 millones de inmunizados en 100 días. ■