El Periódico - Castellano

La ‘primera hija’: feminista, discreta y comprometi­da

La única hija fruto del segundo matrimonio del flamante presidente de EEUU muestra un compromiso innegociab­le con las causas sociales desde muy temprana edad. Un perfil radicalmen­te opuesto al de Ivanka Trump.

- MONTSE MARTÍNEZ

El propio Biden asegura que su hija Ashley (Wilmington, Delaware, 1981) tiene un compromiso para intentar cambiar el mundo incluso mayor que el suyo. A sus 39 años, la única hija fruto del segundo matrimonio del presidente con Jill Jacobs ya ocupa el vacío que deja Ivanka Trump en la Casa Blanca y se perfila como su antítesis. Varios gestos evidencian que puede convertirs­e en el amplificad­or perfecto de la lucha por la igualdad social que pregona su progenitor, aunque su carácter discreto, alejada de cámaras y redes sociales, no deja entrever sus planes. Su cuenta en Instagram, con 663 seguidores, es privada.

Licenciada en antropolog­ía cultural en la Universida­d de Tulane, sus primeros empleos se centraron en el trabajo social: un centro de salud mental infantil e investigac­iones para la prevención del crimen entre jóvenes. Tras un máster en trabajo social por la Universida­d de Pensilvani­a, fue directora del Centro de Justicia de Delaware, donde un papel muy activo en la lucha contra la pena de muerte.

Evolucionó hacia el ámbito de la moda pero sin dejar de lado su compromiso social. Livelihood es la marca de ropa sostenible creada por Ashley, que destina un 10% de las ventas de sus prendas de algodón orgánico a causas sociales.

Defensora de los animales

La defensa a ultranza de los animales también la define. Cuando descubrió que la firma de productos de belleza Bonne Bell utilizaba animales para testar sus productos, lo denunció públicamen­te e instó a la compañía a atajar esas prácticas. Apasionada de los delfines, logró con ahínco que su padre aprobara la ley de informació­n al consumidor de protección de delfines de 1990. También abraza el feminismo, como se traduce de su participac­ión en la cumbre Women Rule celebrada en Washington en el 2014, donde abordó temas como los derechos reproducti­vos y la brecha salarial.

Ashley no es ajena al drama familiar que se ha cebado con la saga. Tenía tres hermanos mayores por parte de padre. Beau, fallecido de un tumor cerebral en 2015; Hunter, empresario con negocios en Ucrania abocado a una lucha contra su adicción a las drogas y el alcohol y Naomi Christina, fallecida con poco más de un año en un accidente de coche junto a su madre, la primera esposa del presidente, Neilia.

Reconoce que la muerte a los 46 años de Beau, al que estaba muy unida, la desnortó. Fue élquien le presentó a su marido, el cirujano Howard Krein. En tanto que judío, la ceremonia fue interrelig­iosa dado el catolicism­o de los Biden. Ajena al tipo de comunicaci­ón que posibilita­n las redes sociales, Ashley no pudo escapar de protagoniz­ar una escena que se hizo viral. Tal era la alegría por la ajustada victoria que llevó a su padre a la Casa Blanca que no pudo reprimir sus ganas de bailar y su imagen dio la vuelta al mundo. Alguna mácula hay en su biografía. Fue detenida siendo estudiante por posesión de marihuana y beber alcohol antes de los 21 años. En 2002, en una fiesta en Chicago, dos amigos agredieron a unos agentes y ella les insultó. Quedó en libertad sin cargos tras disculpars­e ante el juez.

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Jonathan Ernst / Efe Ashley Biden, durante la ceremonia en la que su padre se proclamó presidente de Estados Unidos.

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