Muertes que son un fracaso

Lena González BARCELONA

Acabamos 2020 entre la euforia de las Navidades y la esperanza de las ansiadas vacunas, pero el arranque de 2021 no podía ser más desalentador. Hay dos noticias que me han removido por dentro y me han hecho pensar en el gran fracaso del sistema y de la sociedad. Cuando era pequeña, había un cuento que me aterraba, La cerillera, una niña que vendía cerillas en la calle y solo se podía calentar con ellas hasta que, con el mismo frío, dejaban de encenderse y la niña también se apagaba hasta la muerte. Yo, con mi visión de niña, no podía entender como podía pasar eso. ¿Cómo podía ser que nadie la ayudara? Y sentía su frío. Y lo he vuelto a sentir pensando en Amine y Mohamed, dos seres humanos que vivían en las calles de Barcelona, totalmente desahuciados, y que murieron de hipotermia. La cerillera, Amine y Mohamed eran nadies.

El segundo hecho sucedió en EEUU. La única mujer en el corredor de la muerte ha sido ejecutada. En 67 años no se había ejecutado a ninguna, fue una de las últimas decisiones de Trump. Si solo nos explican el motivo habrá quien lo justifique: con un cuchillo de cocina abrió el útero de una mujer embarazada y extrajo el feto, que sobrevivió. Es fuerte, ¿verdad? No hay nada que justifique y perdone esto. Lisa Montgomery, la asesina, durante toda su infancia fue violada sistemáticamente por su padrastro y utilizada por su propia madre para el tráfico sexual. ¿Nadie vio nada? ¿Alguien intentó salvar a esa niña? Por el desenlace parece que no. En ambos casos están los nadies del gran Eduardo Galeano: «Los nadies, los hijos de nadie, los dueños de nada. [...] Sueñan los nadies con salir de pobres, que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte, pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca...».