¿Qué hará Biden para la emergencia climática?
La vuelta de EEUU a los acuerdos de París pone a la mayor potencia mundial en la senda de la sostenibilidad. Sin embargo, la regla de mayoría reforzada del Senado limita la ambición de Biden. Deberá alcanzar acuerdos con los republicanos o recorrer caminos de regulación más lentos.
Las primeras acciones del nuevo presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se alinean con su promesa de poner el clima encima de su agenda. Sin embargo, el equilibrio de poder actual le aboca a alcanzar compromisos y a recorrer caminos regulatorios lentos.
El clima protagoniza dos de las 17 órdenes ejecutivas que Biden firmó el día de su inauguración. El presidente devolvió Estados Unidos a los Acuerdos de París y canceló además el plan del oleoducto Keystone XL entre Canadá y EEUU.
Su gabinete también apuesta por el clima. Biden ha creado dos nuevos cargos: el enviado y la zar del clima, responsables de los esfuerzos climáticos en el exterior y el interior, respectivamente. También ha colocado a perfiles comprometidos en el Departamento de Energía y la Agencia de Protección Ambiental (EPA).
¿Qué se puede esperar?
Biden puede revertir las órdenes ejecutivas de Trump que favorecen las emisiones por medio de otras órdenes. Así puede establecer directivas políticas. Pero convertirlas en leyes es más difícil. Biden cuenta con una mayoría en el Congreso y en el Senado. Sin embargo, en la segunda cámara se aplica la regla filibuster: las leyes se llevan a votación solo si eso cuenta con el aval del 60% de los senadores.
«La mayoría demócrata es menor, entonces muchas acciones acabarán vehiculándose a través del proceso regulatorio de las agencias», explica Ted Lamm, experto en clima y derecho de la Universidad de Berkeley. Esos reglamentos tardan un par de años en tomar forma, porque se exponen a una compleja consulta pública. Después, pueden ser recurridos. «Si las agencias hacen sus deberes, acaban ganando, pero al cabo de años», explica Lamm.
El presidente ha prometido que fomentará una salida verde de la crisis económica del covid-19. Sin embargo, este plan deberá pasar por fuerza por el Senado. «Se aprobará alguna versión del paquete, porque todo el mundo quiere salir de la recesión. Sin embargo, hay el riesgo de que los republicanos lo limiten y el componente verde acabe sin una financiación», afirma Lamm.
Estados Unidos es el centro mundial de la extracción de petróleo con
fracking. «Esta industria se ha sostenido en una montaña de deuda. Con la bajada de precios del petróleo durante la crisis del covid-19, muchas empresas han caído. Lo normal es que vaya hacia el ocaso», afirma Pedro Fresco, experto en energía y autor de El nuevo orden verde.
Biden es crítico con el fracking, pero el gobierno federal no tiene competencia en terrenos privados o estatales. «Donde sí tiene autoridad es en las emisiones de metano causadas por la producción de petróleo», observa Lamm.
«Que la primera potencia mundial estuviera desprendida [de los acuerdos de París] era un riesgo de que otros se fueran sin que nadie les pudiera señalar», comenta Fresco. Además, los acuerdos vinculan al mayor emisor histórico a evitar un calentamiento superior a los 1,5-2 grados. EEUU también podría dejar de financiar la extracción de combustibles fósiles en el extranjero y contribuir a un fondo para la protección de la Amazonia.
¿Lo que haga Biden será suficiente?
«Volver al acuerdo de París es el suelo, no el techo», afirma Jennifer Morgan, directora ejecutiva de Greenpeace. No está claro si Biden pretende alinear Estados Unidos con la Unión Europea o ir más allá. Hay evidencias de que los compromisos derivados de los acuerdos de París son insuficientes para evitar los peores efectos del cambio climático.
De entrada, la propuesta de Biden es menos ambiciosa del Green New Deal impulsado por el ala izquierda del Partido Demócrata. Además, el presidente se enfrenta a un país fuertemente polarizado y al poderoso lobi fósil.
Su empeño en «curar las heridas de la nación» podría llevarle a alcanzar compromisos con la oposición, que posiblemente sustenten sus políticas climáticas más allá de su mandato, opina Fresco. Lamm cree que sería inútil. «Sea cual sea la ambición inicial, se encontrará con el mismo nivel de oposición. Debería ser tan ambicioso como pueda», concluye.