La estación de Sants y la plaza formarán un espacio único y sin coches
La plaza de los Països Catalans y la terminal de trenes se fundirán en un solo espacio sin coches. El Ayuntamiento de Barcelona, sin Adif, presenta un protocolo para transformar el entorno en el que ya trabaja un despacho de arquitectos para poder licitar a lo largo del próximo año.
Una rueda de prensa algo peculiar. No tanto por el contenido, sino por la ausencia de la parte más implicada e interesada en la materia. El Ayuntamiento de Barcelona convocó ayer a los medios para dar cuenta de un «protocolo para la transformación de la estación de Sants y su entorno». Compareció la teniente de alcalde de Urbanismo, Janet Sanz, que aportó algunos detalles sobre el proyecto (la mayoría de ellos, ya conocidos), pero sin la presencia de responsables de Adif, el gestor ferroviario propietario de la zona afectada, que al fin y al cabo es el organismo que paga la fiesta. La concejala de Barcelona en Comú explicó que la plaza de los Països Catalans se fundirá más y mejor con la terminal de trenes con la desaparición de los viales de circulación que ahora dividen ambos espacios, confirmó que la fachada de la terminal se avanzará 40 metros y que la idea es que la parrilla de taxis quede soterrada, y avanzó que esta semana da comienzo un proceso de participación con los vecinos. Todo ello mientras el despacho de arquitectos RCR lleva ya casi un año trabajando en el anteproyecto que debería presentarse en verano. Adif, consultada por este diario, declinó hacer declaraciones.
El objetivo es poder licitar la obra durante 2022, pero si alguien quiere un calendario concreto, con lo arriesgado y peligroso que es poner fecha de ejecución a grandes proyectos (Sagrera, Glòries, línea 9...), tendrá que esperar sentado. Lo que se sabe es que se empezará por la plaza y por la ampliación del vestíbulo del lado Eixample (que añadirá entradas por los laterales), las zonas que más afectadas quedaron con la llegada del AVE, que sumió la plaza en un eterno estado de provisionalidad. Por eso, el protocolo presentado por Sanz busca que la obra que acometer tenga en cuenta tanto las necesidades ferroviarias como la integración amable de la estación en el barrio. Ahora es una cicatriz, una «seta», tal y como la define Jordi Falcó, miembro del Centre Social de Sants. «Se ha convertido en un vertedero muy poco respetuoso con el diseño que en 1984 ganó un premio FAD de Arquitectura», dice.
Vecinos en barbecho
Falcó confirma que esta semana tienen reunión con el ayuntamiento y que su única obsesión «son los vecinos». «Esto es un problema social, no urbanístico». Por eso, su argumentario trasciende al ámbito de la terminal. Los afectados de la calle de Burgos y de la riera de Tena, por ejemplo, ese centenar de personas que, relata, llevan años esperando la expropiación de acuerdo con la modificación del plan general metropolitano de 2003, cuando sus viviendas pasaron a ser calificadas de zona verde. «Siguen esperando, de manera precaria, un alojamiento definitivo. Nos tememos que eso no saldrá en la reunión». Sobre el futuro de la estación, quieren que deje de ser un fortín infranqueable, como lo son, por ejemplo, y en otros barrios, el cuartel del Bruc o el Camp Nou. Janet Sanz les da la razón en eso: «La estación es un no lugar y es necesario que se convierta en un espacio de convivencia, tanto interior como exterior».
En cuanto al taxi, lo suyo sería llamar a los sindicatos de referencia, pero el taxista que más sabe de Sants en el gremio es Mariano Gutiérrez. No tenía ni idea de la voluntad de llevarlos bajo tierra. Y no le gusta. «Por la cantidad de horas que nos pasamos esperando, porque es un lugar mal ventilado y porque queremos luz solar o aire libre». «Ya pasamos demasiadas horas en la parrilla esperando para que encima nos metan en un agujero». En cualquier caso, la teniente de alcalde aseguró ayer que se hablará con ellos.
Coche-besito-adiós
También iría bajo tierra la circulación vinculada a la terminal, como el denominado kiss&ride, ese trámite de 15 minutos de llegar en coche, dejar al familiar y despedirse. Podrá hacerse sin pagar, como en el aeropuerto. Para una segunda fase se dejarán cosas importantes como la estación de autobuses, que ahora brilla con escasa luz en la calle de Viriat. La idea es trasladarla a la plaza de Espanya, donde a la larga, aunque no hay proyecto, está pensado instalar una estación de autocares. La ubicación actual de la terminal se convertiría en una zona verde y se dejaría una parada en la calle de Tarragona.
Los vecinos piden que la terminal deje de ser una cicatriz, un fortín infranqueable