El temor a una gran abstención pone en guardia a los principales aspirantes
> Los expertos coinciden en que la fatiga pandémica afectará a las urnas y temen un retroceso que sitúe la participación como en décadas atrás
Un fantasma recorre Catalunya. Es el fantasma de la fatiga. Fatiga pandémica, fatiga política y, en definitiva, fatiga electoral. Traducido en movilización en las urnas, ello significa un aumento notable de la abstención. Las últimas elecciones, en plena aplicación del artículo 155, registraron una participación récord del 79%. Los expertos creen que el descenso en el número de votantes será tan notable que se puede volver a décadas atrás, cuando el registro apenas superaba el 56% de votos sobre el censo. Era 2006.
En diciembre, antes del último giro de la política catalana (el baile de fechas electorales), el instituto GESOP ya situaba la participación entre el 60% y 65%. «La palabra clave y que nos aparece en todos los estudios es la fatiga. La gente, en general, está fatigada de la situación política, de la pandemia y de la falta de acuerdos entre partidos», describe Àngels Pont, directora del GESOP.
¿Podría afectar más esta fatiga a las personas mayores, votantes de partidos más tradicionales? «Si hay un descenso importante, afectará a todos excepto a los que tengan claramente una tendencia al alza, algo que solo ocurre con el PSC, ahora», apunta Pont. En contra de esta tendencia está el hecho de que, como apunta el politólogo y profesor de la Universidad Carlos II de Madrid, Lluís Orriols, «el efecto Illa es importante y lo único que tenemos que preguntarnos es cuanto tiempo durará, porque estos tipos de luna de miel acaban deteriorándose», señala. En cualquier caso, en el cuartel general de los socialistas catalanes trabajan intensamente en facilitar el voto por correo y en solventar todas las dudas y consultas de sus militantes de base. «Hemos puesto el partido a trabajar, detectamos ganas de ir a votar», aseguran. Orriols apunta que la bajada de votos de personas mayores del PSC puede verse compensada por la tendencia de votantes de ‘comuns’ y Ciutadans a votar a Illa.
En JxCat se han conjurado también para intentar movilizar el voto independentista, con un mensaje similar al de 2017. «Pero eran los propios independentistas los que querían posponer las urnas porque era peligroso. ¿Habrá hecho mella esto en sus votantes, estarán más temerosos? ¿O habrá una reactivación por el cambio de guion hacia la idea de la indignación y agravio y democracia intervenida?», se pregunta Orriols. Àngels Pont apunta que «habrá una bajada en los dos bloques, independentista y no independentista; los primeros ya ven que lo del tenim pressa se ha acabado, los segundos tampoco temen una independencia inmediata».
Los analistas de ERC no sienten que les vaya a repercutir especialmente la baja participación. Según fuentes del partido, se espera que haya, por un parte, una abstención que se habría dado en cualquier fecha, derivada de la menor trascendencia de los comicios. Esta afectaría más a los partidos constitucionalistas, especialmente al PSC, según la formación republicana. Una segunda abstención vendría de la mano de la pandemia y los republicanos consideran que se verá acentuada en este 14-F con respecto a si hubieran sido en mayo. En esta ocasión la ausencia de votantes es más transversal, afecta a todos, pero, especialmente, a los partidos con un electorado más envejecido. Y aquí vuelven a señalar al PSC, aunque también a JxCat.
JxCat y ERC confían en movilizar a los suyos apelando al intervencionismo del Estado y al agravio