¿Un punto de inflexión?
Me pregunto si esta pandemia será un punto de inflexión para que todos tengamos un concepto diferente de las relaciones con nuestros congéneres. Desde un punto de vista estadístico se ha demostrado en un alto porcentaje que las sociedades admiten las indicaciones que desde lo político y lo sanitario se administran. Pero, en general, el miedo o temor que se nos trasmite es el auténtico revulsivo para considerar en bien propio y ajeno ciertos cambios de conducta.
Pero tengo dudas al respecto. Nuestra condición de humanos nos reviste de una serie de obstáculos que no nos permiten cambios radicales, y a veces ni siquiera progresivos. Cuando esta situación termine, todo volverá a ser como antes y ahora. La solidaridad es coyuntural, e incluso diría que no exactamente. Todos tenemos nuestro confort más o menos planificado y, exceptuando algunos colectivos que se interesan en ayudar, no tendemos a apartarnos demasiado de nuestro estatus.
El cambio que el mundo necesita está lejos. Requiere de intentar transformar nuestra manera de entender la vida con visión colectiva. Hablamos de cambios: cambio climático, social, tecnológico... pero el cambio individual a favor de todos se nos hace incómodo. Renunciar o modificar ciertos hábitos, costumbres y maneras de vivir se presenta difícil. Tampoco nos acompaña el entorno: competitividad, éxito fácil, economía, consumismo, incertidumbre... Quiero pensar que es una neura que me hace ver las cosas un poco deformadas. Ojalá sea así y me equivoque.