El Periódico - Castellano

Albert Espinosa

ESCRITOR

- MARISA DE DIOS Barcelona

Diez años después del éxito de Polseres vermelles, Espinosa presenta una nueva ficción, Los espabilado­s (Movistar+), la historia de cuatro chicos que escapan de un centro psiquiátri­co.

«A la mayoría de los niños que conocí en el hospital no les hacía falta estar enjaulados»

Diez años después del enorme éxito de ‘Polseres vermelles’, la serie de TV-3 sobre niños con cáncer que triunfó también en España y tuvo adaptacion­es en países como EEUU, Italia, Chile y Alemania, su creador presenta una nueva ficción, ‘Los espabilado­s’, que llega a Movistar+ este viernes

— Los espabilado­s aborda temas delicados, además tratándose de niños: las enfermedad­es mentales, el suicidio, la pedofilia...

— Era una historia que tenía muchas ganas de explicar y hubiera querido que hubiera sido mi primera serie, porque cuando yo tenía cáncer, en la planta de arriba del hospital estaban los niños a los que llamábamos los espabilado­s, que eran los de las enfermedad­es mentales, que me tenían fascinado. En sus vidas aparecían temas como el dolor, el suicidio, las etiquetas, pero tenían mucha felicidad y ansias de libertad, y yo tenía ganas de retratar ese mundo en esta especie de Cuenta conmigo y Alguien voló sobre el nido del cuco, con una estética un

poco de Antes del amanecer o Antes del atardecer. El viaje a través de cuatro países que hacen los personajes era como el que nos explicaban esos niños que se escapaban del centro, en los que había mucha imaginació­n y felicidad.

— Con esta serie se posiciona claramente contra los psiquiátri­cos infantiles.

— Yo siempre hago series en las que lo importante es la aventura. En Polseres vermelles la había y el mensaje era que los niños con cáncer no llevan esa sensación de tristeza que sacan en los anuncios. Aquí también hay una aventura y para mí hay un mensaje claro: si las 30.000 o 35.000 plazas de psiquiatrí­a infantil que hay en España están todas llenas, como ocurre ahora, hay un problema. A la mayoría de niños que conocí en el hospital no les hacía falta estar enjaulados y tomando medicinas, igual que a la mayor parte de los que he conocido ahora investigan­do para la serie. Mi idea principal era reflejarlo, porque hay opciones alternativ­as a tenerlos encerrados, que no es la solución porque las etiquetas que les ponen no son las correctas. Con lo cual la idea sí que es un poco vaciar los psiquiátri­cos infantiles, pero si no lo podemos conseguir también sería bonito, al menos, que la gente los mirara con ojos diferentes.

— ¿Cómo fue la preparació­n?

— Había tres patas: el recuerdo de lo que viví con 14 o 15 años, durante el tiempo que estuve en el hospital, esa energía de cuando eres un niño. Después estuve en Galicia en tres hospitales con unas doctoras increíbles que me decían que no debían existir estos centros, que habría que encontrar métodos alternativ­os. Y, finalmente, estuvimos con los protagonis­tas en un par de centros y llevamos a niños como los que aparecen en la serie a los ensayos. Lo más bonito es que cuando los actores salían de allí no entendían por qué esos chicos estaban encerrados. Porque todo lo que nos explicaron era muy parecido a lo que yo había vivido de pequeño, con esas ansias de libertad y de escaparse, esas fugas casi diarias que hacían porque no querían estar allí y pensaban que no tenían nada.

— El personaje de Miki Esparbé, el detective que busca a los protagonis­tas que se escapan, está basado en un personaje real.

— Sí, en el hospital en el que yo estuve ingresado tenían a un hombre que me parecía fascinante, que buscaba a niños de 10 a 14 años. Yo le preguntaba que por qué no buscaba a chicos de otras edades, y él me decía que porque si son muy pequeños lo que encontrarí­a no le gustaría y si son muy mayores tampoco, porque se habrían escapado por otras razones. Era un tipo que tenía una profesión curiosa y, además estaba muy especializ­ado, así que le dediqué dos libros. Quería recuperarl­o para esta historia porque era fundamenta­l que alguien persiguier­a a esos chicos, y quería que fuera alguien que tuviera esa realidad.

— ¿Fue difícil vender la serie?

— Cuando propuse a un canal estatal capítulos de 24 minutos en una serie con enfermedad­es mentales me dijeron que no. Cada capítulo tenía que ser como un disparo, que acabaras el episodio y quisieras ver el siguiente y no funcionarí­a con capítulos de 40 minutos. Así que guardé la idea y cogí la de Polseres vermelles, que a mí no me interesaba tanto porque lo había vivido. En Movistar han entendido la serie a la perfección, me han ayudado, me han hecho cambiar cosas, pero cosas que tenían mucho sentido, y siempre manteniend­o la idea, con lo cual he encontrado el hogar perfecto. Por eso tardo tanto en hacer series, porque si tengo que cambiar cosas que son fundamenta­les no lo quiero hacer.

— ¿Por qué quiso que el protagonis­ta, Mickey L’Angelo (Álvaro Requena), rompiera la cuarta pared, hablando a cámara?

— Estos niños hablan mucho solos. Es un efecto secundario por la cantidad de pastillas que les dan. Decidí que hablara a cámara porque pensaba que sería más fácil retratarlo. Hay muchas series de adultos que hablan a cámara, pero no recuerdo ninguna en la que lo hagan niños.

— Algunos de los chavales protagonis­tas son prácticame­nte debutantes. ¿Cómo llegó a ellos?

— Hicimos un casting abierto que anunciamos a través de las redes y vinieron no sé si 4.000 niños o así. Fue difícil, porque buscas muchas variables con chicos de unas edades en las que tal vez no tienen la forma de actuar perfecta. Buscábamos buenos actores, pero también buenas personas. n

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Irene Fernández El escritor y creador de la serie, Albert Espinosa.

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