Messi y De Jong remontan al Rayo en la Copa (1-2)
Un gol del Rayo activó al cuadro azulgrana en un partido que veía superado y no lo ganó hasta que no acertó: lo hizo a portería vacía.
Victoria fuera de casa y gol de De Jong. Dos de las costumbres de 2021 se repitieron en Vallecas. Solo falló la de la prórroga (tres ha habido en enero), que pudo llegar a producirse si el Barça no hubiera equilibrado con rapidez el gol del Rayo a la hora de partido. El Barça reaccionó tarde, pero reaccionó para meterse en los cuartos de la Copa, donde es el gran favorito, ausentes Atlético y Real Madrid.
Narcotizado por un partido que veía ganado, el Barça se dejó sorprender en una jugada que reveló la condescendencia que implicó a varios jugadores, también a Neto. Koeman forzó la reacción con un triple cambio que provocó un efecto inmediato; afortunadamente rápido para que se restablecieran las condiciones que predominaban, con un Barça que se cansó de desperdiciar oportunidades. No marcó porque se viera en un apuro, sino porque el Rayo, con la defensa tan adelantada, acabó cayendo por el precipicio en el que se instaló. Sin tiempo para organizar el repliegue y proteger el gol, Messi restableció el empate y De Jong firmó la victoria en otra aparición en el área de meta rival, como un nueve de toda la vida.
Un escenario chungo
Vallecas era escenario chungo en la Liga y lo es en la Copa; aunque estuviera vacío el estadio, las dificultades procedieron de un terreno de juego muy irregular como añadidura al tradicional tesón local, que no se reduce un ápice en Segunda y menos ante un rival de altos vuelos con reticencias a las citas ásperas.
Sintiéndose fuerte, el Rayo apretó la salida del Barça. Creaba algún inconveniente, sin alcanzar la categoría de problema, esa primera presión local, pero los azulgranas encontraron interiores y delanteros para continuar el juego, lo que propició jugadas de uno contra uno y situaciones muy ventajosas para marcar.
La frecuencia con que se llegaba al área rayista, tanto en las transiciones desde atrás como en los ataques posicionales, no despertaba ninguna inquietud a los azulgranas, convencidos de que la fruta del gol caería madura. Una idea que germinó cuando Mingueza, el lateral derecho, se convertía en el primero en rematar sin que se hubiera alcanzado el segundo minuto. También ayudó que el Rayo jugara muy adelantado, lo que dio espacio y tiempo a los delanteros. A Messi, sobre todo, mal acompañado delante.
Tres postes
En la amalgama de titulares y suplentes, se vio a un equipo con dos marchas. Junior y Trincâo corroboraron su condición de meros recambios. El portugués se evadió con facilidad de su marcador, pero en el área sucumbió. No tanto porque cayera derribado un par de veces sin entidad de ser penaltis, sino por el remate tibio y la mala elección en el último pase. Peor estuvo, sin embargo, Griezmann, en otro partido invisible hasta el empate. Riqui Puig disimuló con su entusiasmo los errores.
Con Messi predominó la sensación de superioridad del Rayo, que mira con más atención la Liga (es cuarto, obsesionado con el ascenso) que la Copa, sin desdeñarla por el subidón que habría supuesto la eliminación del Barça. El poste desvió dos remates medio trompicados del Barça. El tercero ya fue un tirazo envenenado de Messi desde una falta lateral. Pero el Barça solo pudo marcar a portería vacía.