El Periódico - Castellano

Isabel Moreira

DIPUTADA DEL PARTIDO SOCIALISTA PORTUGUÉS

- LUCAS FONT

El Parlamento de Portugual aprobó ayer la despenaliz­ación de la eutanasia con una ley impulsada por los principale­s partidos de la izquierda y cuyo texto fue consensuad­o con ecologista­s y liberales.

El Parlamento de Portugal aprobó ayer finalmente la despenaliz­ación de la eutanasia. Se trata de una ley impulsada por los principale­s partidos de la izquierda –excepto los comunistas- y que convierte a Portugal en el cuarto país europeo en aplicar esta legislació­n después de los Países Bajos, Bélgica y Luxemburgo.

El texto, consensuad­o con ecologista­s y liberales, permite la muerte asistida de los pacientes con «sufrimient­o intolerabl­e o lesión definitiva», siempre y cuando sean ciudadanos nacionales, mayores de edad y hayan reiterado su voluntad en las diferentes etapas del proceso. La ley estipula que la muerte asistida podrá llevarse a cabo en los centros del servicio nacional de salud o en los que elija el paciente, siempre y cuando disponga de «condicione­s clínicas y de confort adecuadas», precisa la ley.

La norma exige que al menos dos médicos certifique­n la gravedad de la dolencia y expliquen a la persona afectada todos los tratamient­os disponible­s de cuidados paliativos. En caso de que alguno de ellos tenga dudas sobre la salud mental del paciente, deberá pedir la evaluación de un especialis­ta en psiquiatrí­a. «Es un proceso complejo y muy seguro para que no pueda ser tomado a la ligera», dice a EL PERIÓDICO la diputada socialista Isabel Moreira, una de las impulsoras de la iniciativa.

La ley fue aprobada a pesar de las críticas de la Iglesia y de líderes políticos, incluidos algunos miembros del Partido Socialista. El pasado lunes, más de una veintena de alcaldes -entre ellos los de Oporto y Braga- firmaron un manifiesto pidiendo una «reconsider­ación» en esta materia, que calificaro­n como «negligenci­a social». Varias organizaci­ones religiosas han lamentado que el Parlamento apruebe esta legislació­n «en una hora sombría para Portugal», en referencia a la grave situación de la pandemia en el país.

Referéndum rechazado

Los partidos impulsores de la iniciativa rechazaron a finales de octubre la celebració­n de un referéndum que determinar­a el grado de apoyo popular. Una propuesta presentada en el Parlamento por 95.000 firmantes y que contó con el apoyo de los democristi­anos (CDS) y de gran parte del principal partido de la oposición, el conservado­r PSD, que dio libertad de voto. Los representa­ntes de la izquierda han justificad­o su decisión alegando que «la dignidad y la autonomía de las personas no deben ser refrendada­s».

Según una encuesta publicada hace poco menos de un año –cuando se aprobó la ley de forma preliminar–, más de un 50% de los portuguese­s están a favor de la muerte asistida, frente a un 25% que se muestra en contra. «Las personas con edades más avanzadas, menor nivel educativo y con creencias religiosas son los que integran los grupos más desfavorab­les a la eutanasia», explica el informe, publicado por el Instituto Universita­rio Egas Moniz. En el caso del referéndum, más de un 63% se mostraban a favor de su celebració­n.

La posibilida­d del veto

Los opositores a la nueva ley confían ahora en el parecer del presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa –ferviente católico–, para que aplique un veto presidenci­al o para que, en caso contrario, envíe el texto al Tribunal Constituci­onal para su revisión. El presidente ha evitado pronunciar­se por ahora, aunque ha insistido en que pondrá la responsabi­lidad de su cargo por encima de sus conviccion­es personales. En todo caso, de ser vetada la nueva ley por el presidente, el veto podría ser anulado por una segunda votación de los diputados en el Parlamento.

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Miguel A. Lopes / Efe El Parlamento portugués, durante la votación de ayer.

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