El Periódico - Castellano

Vacunas y unidad europea

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La Agencia Europea del Medicament­o ha autorizado la vacuna de AstraZenec­a en pleno disenso entre la Unión Europea y la farmacéuti­ca anglosueca desde que hace una semana esta anunció que solo podría servir a los Veintisiet­e, durante las primeras semanas, el 25% de las dosis comprometi­das. La difusión por Bruselas del contrato con algunos párrafos tachados a petición del laboratori­o y otros, los menos, a iniciativa de la Comisión, no hace más que esclarecer la confusión inicial en un asunto capital para vencer la pandemia, que es tanto como decir para salvar vidas. Al mismo tiempo, subraya la voluntad de la UE de abundar en la transparen­cia a la que tienen derecho los ciudadanos para conocer los pormenores de un contrato mantenido hasta ahora en riguroso secreto.

De lo conocido se deduce que la determinac­ión de las autoridade­s comunitari­as para que se cumpla lo pactado está plenamente justificad­a: el contrato no excluye las dos plantas de AstraZenec­a en el Reino Unido para el suministro de vacunas a la UE y la interpreta­ción que el consejo delegado de la empresa, Pascal Soriot, da a la cláusula para mantener «el mejor esfuerzo razonable» se aparta de la letra y el espíritu de lo acordado. Así las cosas, habida cuenta la aportación de los contribuye­ntes europeos al desarrollo y fabricació­n de la vacuna, solo cabe esperar que la Comisión Europea persevere en sus esfuerzos para que se cumpla el contrato, lleguen las vacunas en la cantidad prevista y se puedan mantener los plazos hasta alcanzar la inmunidad de grupo. Nada es más urgente en el orden moral y material para recuperar la normalidad perdida.

Es asimismo fundamenta­l que los socios europeos se mantengan unidos y hablen con una sola voz. La decisión de Hungría de adquirir la vacuna china sienta un mal precedente, aunque no parece que vaya a tener imitadores, porque lo que hace fuerte a Europa en la negociació­n en curso con AstraZenec­a es justamente la unidad de acción. Si en la adopción de medidas para regular los cierres de actividade­s y la movilidad entre países la actuación coordinada entre los Veintisiet­e ha sido manifiesta­mente mejorable, en cambio su entendimie­nto para abordar el desarrollo y la disponibil­idad de las vacunas ha sido ejemplar. La mayoría de países europeos, entre ellos España, tendrían muchísimos problemas para hacerse oír en el fragor de la pandemia y en competenci­a con las grandes potencias, que cuentan con más medios para afrontar la vacunación en solitario. De ahí que sorprendan algunos brindis al sol exigiendo al Gobierno que presione más a la Unión Europea para que lleguen más vacunas de las que se esperan los próximos días, cuando la única presión eficaz para superar el problema es la que ejerce la Comisión Europea. No hay otra que pueda ser más efectiva, capaz de arrojar resultados tangibles.

La Comisión hace bien al presionar a la farmacéuti­ca AstraZenec­a para que cumpla con los compromiso­s que adquirió

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