La ironía de Davos
Desde sus primeras reuniones en los años 70, el Foro Económico Mundial ha venido liderando el capitalismo popular, desarrollado políticamente como democracia económica que predicaba que cualquiera, con un pequeño esfuerzo de ahorro previo, podía convertirse en accionista de una o varias macro-empresas y participar efectivamente de los beneficios generados, por muy especulativos que estos fuesen.
El sistema de acumulación capitalista es ya una cultura, con valores propios y una visión del mundo enraizada en la mentalidad de los ciudadanos, clientes y consumidores. Una vez han estallado una tras otra las burbujas punto.com, capital riesgo, inmobiliarias, bancos de inversión…, surge de nuevo el ciudadano reivindicativo, el pequeño ahorrador que necesita del Estado y que previamente habíamos reducido en aras de la iniciativa privada para que ponga orden, a posteriori, en un mercado insaciable que devora a sus propios hijos, sobre todo a los que más habían confiado en el sistema, la sufrida clase media, la única que por su nivel de ingresos puede ahorrar, pero no especular.
Davos 2021 quiere hablar de los rápidos cambios económicos que están llevando al límite a los ciudadanos, sus comunidades y sus instituciones para autolimitar, en un ejercicio de voluntad casi mesiánica a través de la buena voluntad de los accionistas, la especulación financiera más canalla y deshumanizadora. Refinada ironía.