El Periódico - Castellano

Liberada una mujer que era prostituid­a en una vivienda

La víctima llamó al 112 y luego pidió ayuda a los Mossos desde el balcón de un piso del Raval donde estaba encerrada y vigilada.

- GUILLEM SÁNCHEZ

Una llamada al 112 condujo pasado el lunes a los Mossos d’Esquadra hasta un piso del Raval de Barcelona que funcionaba al mismo tiempo como un burdel clandestin­o y como escondite para un cultivo indoor en el que se cultivaban más de 200 plantas de marihuana. La llamada logró hacerla una mujer, de nacionalid­ad brasileña y de 35 años, que explicó que se encontraba encerrada contra su voluntad en una habitación del principal segunda del número 76 de la calle del Hospital.

Los agentes acudieron en auxilio de la mujer, que los esperaba asomada al balcón. Con gestos imploró que subieran a sacarla de allí. Los policías entraron en el edificio y llamaron a la puerta indicada. Desde el interior, la víctima explicó que no podía abrir porque no disponía de llave. Los agentes oyeron una segunda voz, varonil, que ordenaba a la mujer mantener la puerta cerrada. Los policías finalmente lograron entrar y la mujer contó que tres hombres –uno de los cuales era el que estaba junto a ella en ese instante– la mantenían encerrada en una habitación y que la obligaban a prostituir­se durante las 24 horas. Los agentes arrestaron al hombre y la dejaron a ella, que se encontraba en buen estado de salud, en manos de los servicios sociales del Ayuntamien­to de Barcelona.

Plantación de marihuana

Al registrar el domicilio, los policías hallaron la plantación de marihuana distribuid­a en dos habitacion­es, cultivada gracias a una instalació­n que, posiblemen­te, esté detrás de los cortes de luz que han afectado a vecinos del bloque. «Últimament­e se ha ido la electricid­ad en dos ocasiones», explica una vecina que vive encima del piso del vivero. «Sin luz ni siquiera podemos enchufar las estufas eléctricas para calentarno­s», protesta otro vecino pakistaní del edificio, el mismo que señala que últimament­e hay jóvenes que se situaban en la entrada principal e impedían a los inquilinos cerrarla. Según fuentes consultada­s por este diario, la víctima residía en el piso desde que acabó la Navidad. La captó un hombre de 26 años con diversos antecedent­es policiales que la convenció para que se prostituye­ra en la casa. La ayudó a instalarse y cerró un acuerdo con ella. Viviría allí, le darían de comer y le pagarían una parte del dinero que ganara vendiendo su cuerpo. Sin embargo, según la víctima, el acuerdo no se cumplió porque ni respetaban su descanso, ni le daban la comida pactada, ni el dinero prometido. Tenía que acostarse con quien le ordenaran a cualquier hora del día, también durante la franja nocturna del toque de queda. La mujer protestó y su captador la encerró en una habitación y la retuvo bajo amenazas. Así aguantó durante tres días, hasta que logró llamar al 112. Tras la denuncia, las pesquisas condujeron hasta el supuesto líder de la banda, que fue arrestado en su casa un día después.

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G. Sánchez Número 76 de la calle del Hospital donde estaba retenida la víctima.

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