Un vaso de agua clara
El franquista José María Pemán dijo: «El catalán, en sí, no es un problema es una evidencia»
Mi querida colega Emma Riverola, escritora y columnista de EL PERIÓDICO, acaba de debutar en la literatura en catalán con su novela Sal. Declaró en una reciente entrevista: «En mi casa se hablaba castellano. (…) El catalán ha sido atacado por un Gobierno central que muchas veces ha despreciado las lenguas que no son el castellano. Recordemos a Wert. Y durante el ‘procés’ ciertos individuos han querido utilizar el catalán como un elemento más de combate. (…) Me costó atreverme, porque pensaba que quizá no utilizaría ese catalán tan puro y que se reconoce tanto. Pero no es desde el purismo y el castillo como se va a defender el catalán».
En sus buenos (¿?) propósitos para 2021, mi también colega teatral Joan Lluís Bozzo quiso hacer público que, como quien decide dejar los porros o el tabaco, a lo largo de los 365 días del año no respondería en otra lengua que en catalán aunque su interlocutor no entendiese nada de nada; y eso, no solo en Catalunya, sino en cualquier palmo cuadrado de habla catalana.
En 1970, el escritor y periodista José María Pemán, autor de la fallida letra para el himno nacional por encargo de Primo de Rivera en 1928 («¡Arriba España!, alzad la frente hijos del pueblo español…!») y luego adoptada por el franquismo -añadiéndole alguno yugos y fechas- publicó en Abc un célebre artículo sobre la lengua catalana: Un vaso de
agua clara. Dijo Pemán: «Pienso que el primer problema del catalán como idioma es este de calificarlo como «problema». […] El catalán, en sí, no es un problema: es una evidencia. Lo que ocurre es que las evidencias cobran fisonomía contorsionada de problema cuando son manejadas por los políticos, que esos sí son problema.[…] Hablar o leer o aprender el catalán es un hecho simplicísimo. Se trata de beber un vaso de agua clara».
Hay quienes, como Bozzo, siguen amparándose en aquel demencial y supremacista «Puix que parla català, Déu li’n do glòria» que el nada sospechoso valenciano Joan Fuster tradujo a una mucho más sensata expresión: «Puix que parla català, vejam què diu». Sí, como cualquier otra lengua, el catalán es solo medio, nunca mensaje, y desde él se pueden proferir descomunales aberraciones. Recomendaría también a sus señorías del PP, Ciutadans y Vox -si es que entran- que, recogiendo el testigo del franquista Pemán, no se repriman a la hora de utilizar la lengua de Fuster a la hora de embestir parlamentariamente contra sus adversarios, para así ser mejor comprendidos.
Uno de los mayores argumentos wertianos contra la inmersión lingüística consistió en sentenciar que muchos catalanohablantes no llegaban a alcanzar un nivel decente en el habla y la escritura en castellano. Mal me pese, debo darle la razón: solo me hizo falta acudir a los titulares de la edición en castellano del diario digital El Nacional.Cat. Esta última semana: «AstraZeneca admite a la UE que no podrá cumplir con las vacunas promesas», «Meritxell Serret sustituye Solé a la lista de ERC», «Cae cerca de un 70% la oocupación hotelera a Barcelona por la Covid»...