Los CAP alertan de saturación en la atención no covid
Médicos de primaria avisan de un empeoramiento de los pacientes crónicos y de los retrasos en los diagnósticos, a veces con desenlaces fatales. Con agendas inabarcables, asumen el colapso con «desgaste físico y emocional»
La estadística sobre la pandemia tiene lagunas, pero cada día se sabe cuántos contagiados y cuántos fallecidos ha provocado el covid, así como la presión sobre hospitales y ucis. Pero esa estadística no refleja ni el colapso de los centros de salud, que son el primer punto de atención a los infectados, ni tampoco cómo la epidemia está afectando a los enfermos que padecen otras patologías, que muy a menudo sufren cancelaciones de citas y retrasos en las pruebas y en los diagnósticos, lo que puede agravar su situación, con desenlaces fatales en el peor de los casos.
En comunidades como Extremadura, algunos facultativos atienden a más de 100 pacientes en un turno
No hay datos, pero médicos de familia de diversos puntos de España coinciden en denunciar que los ambulatorios sufren una saturación similar o mayor que en anteriores olas, dado que aunque la epidemia dura ya meses, apenas se han hecho inversiones o nuevas contrataciones, lo que está provocando una menor atención de miles de enfermos no covid.
Y el problema es que llueve sobre mojado y los pacientes crónicos, esos que necesitan de supervisión continua de sus médicos de cabecera, van poco a poco empeorando. «En marzo se podría asumir que dejáramos de estar tan pendientes de patologías estables para centrarnos en la pandemia, pero ha pasado un año y estos enfermos han ido empeorando, por lo que se van a disparar las enfermedades cardiovasculares o la diabetes, pero no podemos desdoblarnos», lamenta el director del CAP Sant Martí de Provençals, David Martínez.
Los que no van
David Arribas, del CAP Manso de Barcelona, reconoce que hay «descontrol» en la patología no covid, especialmente de aquellos enfermos que no acuden al centro de salud, o bien por miedo a contagiarse, o bien porque infravaloran su dolencia, porque su preocupación es ahora no infectarse.
Según datos de la Asociación Española contra el Cáncer, desde que llegó la pandemia, uno de cada cinco pacientes oncológicos no ha sido diagnosticado o ha sido diagnosticado tarde. Además, se han duplicado las listas de espera para operaciones y citaciones en el especialista. Y, para todo ello, la puerta de entrada es la atención primaria, que no se ha recuperado nunca de los recortes de la crisis económica, que se hacen ahora más palpables que nunca.
Por tierra, mar y aire
Por ejemplo, en Extremadura la doctora Ana Arroyo lleva atendiendo en las últimas semanas a un centenar de pacientes en un solo turno, entre atención telefónica, presencial y domiciliaria, cuando los estándares marcan que no deberían ser más de 30. «La situación es extrema por el covid y por el déficit de recursos humanos. En mi centro somos ocho médicos de familia, faltan cuatro y nadie les sustituye», explica. Y es una constante en toda España. En verano y Navidades hubo profesionales de vacaciones, a los que hay que sumar las bajas, y sus pacientes fueron atendidos por el resto de profesionales, que tuvieron que añadirlos a sus inabarcables agendas.
El centro de salud de Arroyo, situado en Mérida, «sobrevive gracias a los médicos residentes» y a que la labor altruista de sus profesionales sanitarios, «que se dejan el pellejo», según esta facultativa, que casi todos los días alarga la jornada dos horas más, sin una pausa para comer y con un volumen de trabajo superior al que hubo en la primera y segunda olas. Arroyo lamenta que en esta situación no les hayan liberado de la «carga bestial y tediosa» que suponen tareas burocráticas como dar la baja a los enfermos covid, el 70% de sus pacientes. «Me siento desperdiciada, es un tiempo que podría estar destinando a la asistencia sanitaria», lamenta.
Y en Madrid, José María Molero, portavoz de infecciosas de la Sociedad de Medicina de Familia Semfyc, pone el acento en el «cansancio físico y desgaste emocional» con el que los facultativos de esta especialidad afrontan el actual pico de contagios. En su caso, atiende alrededor de 40 o 50 pacientes al día, gracias a que la Comunidad de Madrid ha implantado mejoras que han aliviado un poco su ingente carga de trabajo. Pero aun así, las tareas de investigación y docencia se limitan «a lo imprescindible» y la atención de pacientes covid es tan «protocolizada», dado que el diagnóstico ya viene dado por las pruebas y los facultativos solo pueden seguir su evolución, mandarles alguna placa o derivarlos al hospital, que «se ha perdido el protagonismo en la toma de decisiones».
Menos personal de baja
«Colapso, frustración, rabia y desesperación», añade Arribas desde Barcelona. En su caso, en el CAP Manso, atiende unos 40 pacientes por turno, a los que habría que añadir las urgencias y la agenda común del centro. Se trata de un volumen similar al de la segunda ola, pero no porque haya una cifra similar de contagios, sino porque ahora hay menos profesionales ausentes. Y todos los médicos consultados destacan que las citas telefónicas, al contrario de lo que pudiera parecer, no suponen menos tiempo y esfuerzo. «Rara es la que se resuelve en menos de cinco minutos», explica Arroyo.