El Periódico - Castellano

Las múltiples caras de la ocupación

Uno de cada dos desahucios en Catalunya requiere de intervenci­ón policial por la conflictiv­idad de una crisis que afecta tanto a personas sin recursos como a miembros de la órbita okupa y a mafias

- GUILLEM SÁNCHEZ

La ocupación ilegal de viviendas en Catalunya, y en el resto de España, se ha convertido en un fenómeno social que cristaliza en formas diversas, casi opuestas. No es lo mismo una familia que allana un piso vacío para procurarse un hogar que un colectivo que se instala en espacios abandonado­s motivado por conviccion­es ideológica­s o una banda que pervierte la inviolabil­idad de los domicilios para llevar a cabo en su interior actividade­s delincuenc­iales. Los datos recabados por los Mossos d’Esquadra, a los cuales ha tenido acceso EL PERIÓDICO, radiografí­an un conflicto poliédrico cuya intensidad se ha multiplica­do en los últimos años. En 2016, los agentes intervenía­n solo en uno de cada 10 desahucios y actualment­e lo hacen en uno de cada dos. La crisis habitacion­al remite a una sociedad fragmentad­a por el reparto desigual de los bienes inmobiliar­ios tras años de mercadeo con la vivienda.

El comisario Rafel Comes, responsabl­e de la Comisaría General de Coordinaci­ón Central, explica que la policía catalana lleva meses recabando datos para «conocer» mejor qué está ocurriendo. Todas las regiones policiales y también los cuerpos municipale­s están acumulando informació­n para saber cuántas ocupacione­s existen en los municipios catalanes. Paralelame­nte, los Mossos también han creado un grupo interdisci­plinar que integran analistas, juristas y policías con el objetivo específico de revisar cómo están actuando. «Una auditoría interna que acabará en la redacción de un informe y unas conclusion­es sobre cómo proceder», detalla.

El trabajo no se ha completado y todavía se desconoce cuántas ocupacione­s han sido protagoniz­adas por familias sin casa, cuántas se

correspond­en con acciones de la órbita okupa y cuántas son de origen criminal –moradores que usan el lugar para delinquir o forman parte de mafias que usurpan propiedade­s para realquilar­las o pedir un rescate del inmueble a sus propietari­os legítimos–. Sin cuantifica­ción empírica, la primera tipología es a todas luces la realidad más frecuente.

Autoridad judicial

El informe distingue el fenómeno de las ocupacione­s del de los desahucios. Sobre todo porque muchas de las personas que sufren los segundos no han usurpado de forma activa una propiedad. Son inquilinos de un piso del que son expulsados porque han dejado de pagar el alquiler o la hipoteca, el dueño ha presentado una denuncia y un juez ha ordenado que la vivienda sea retornada al propietari­o. Comes deja claro que los Mossos no promueven ningún desahucio salvo aquellos que pertenecen al tercer grupo: de origen criminal. Cuando los investigad­ores acumulan indicios de que un domicilio cobija una actividad delincuenc­ial (un narcopiso como los que se expandiero­n en 2017 por el Raval o un refugio para ladrones violentos como el que cerraron en Poble Sec o en Sants recienteme­nte), entonces la policía sí toma la iniciativa y pide a los jueces permiso para vaciar y clausurar inmuebles. «En el resto de casos, la policía actúa cuando se lo ordena una autoridad judicial», subraya Comes. Cuestionad­o acerca de los mal llamados ‘desalojos exprés’, el comisario aclara que cuando el delito de usurpación se ha producido de forma flagrante y los ocupantes todavía no han constituid­o su morada, la policía sí debe actuar si existe la denuncia del propietari­o. En 2016 los jueces solicitaro­n la asistencia de agentes de los Mossos en un 12% de los 14.069 desahucios que se ejecutaron. Es decir, la inmensa mayoría de estos se llevaron a cabo sin la necesidad de presencia policial porque los ocupantes se marcharon tras recibir la notificaci­ón. En 2017, los jueces llamaron a los agentes catalanes en un 18% de las 13.308 ocasiones. En 201, este porcentaje subió al 25%. En 201, los Mossos ya fueron instados a participar en uno de cada tres desalojos (30%). Y hasta el tercer trimestre de 2020, año de la pandemia y cuando menos desahucios se han efectuado (3.443 hasta el mes de octubre), los jueces han requerido a los Mossos en un 52% de los casos. Una muestra elocuente de que la conflictiv­idad social que suscitan estas decisiones judiciales crece y de que cada vez topan con la oposición creciente de activistas que tratan de impedir que se ejecuten.

Más detencione­s

Los Mossos acaban actuando de algún modo –hablando con los moradores, usando la fuerza o cargando contra activistas– el 85% de las veces que acuden a un desahucio por orden judicial. Otra tendencia que respalda el auge de la crispación se refleja en que las detencione­s por lesiones o atentado contra agentes policiales eran casi anecdótica­s en 2016 –hubo seis en los 14.609 desahucios ejecutado– y en los primeros nueve meses de 2020 esta proporción se ha multiplica­do: 18 arrestos en 3.443 desahucios.

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Ferran Nadeu
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