Represión contra los seguidores de Navalni
Más de 5.000 personas fueron detenidas ayer durante otra jornada de masivas protestas que se extendieron a decenas de ciudades rusas.
Casi una decena de estaciones de metro cerradas; miles de agentes policiales apostados en los puntos neurálgicos de la ciudad y pidiendo agresivamente la documentación a los viandantes; accesos al centro urbano bloqueados a cal y canto… Las autoridades de Moscú habían preparado para este domingo un abrumador dispositivo de seguridad, un despliegue policial que muchos locales aseguraban no recordar, con el objetivo de impedir una nueva y multitudinaria protesta opositora en apoyo del activista Alekséi Navalni.
Todos los esfuerzos, sin embargo, han resultado en vano. Tras jugar al gato y al ratón durante toda la jornada, modificando los líderes de la protesta los puntos de concentración a medida que la policía iba cerrando calles y bloqueando barrios, una muchedumbre de miles de manifestantes lograba concentrarse en los alrededores de la prisión de Matrosska Tishina, donde se halla recluido el cabecilla opositor, y desfilar exigiendo su libertad. Al igual que en la capital, decenas de ciudades rusas vivieron actos de protesta similares, en los que habían sido detenidos, al caer la tarde, según datos proporcionados por OVDInfo, más de 5.000 personas, una cifra superior a la de la semana pasada. Yulia, la esposa de Navalni, permaneció retenida durante algunas horas.
Gato y ratón
Natalia, de 40 años, se congratulaba del éxito de la convocatoria y el fracaso de las medidas policiales: «Les hemos dado esquinazo en todo momento; han hecho todo lo posible por callarnos, pero cerrando las calles lo único que hacen es dañar a la economía y a los comercios». Convertida en una voluntaria del Fondo contra la Corrupción, la oenegé de Navalni, asegura que sale a la calle porque en su país «no existe la ley». Andréi, ingeniero de 25 años, asegura estar cansado de «la corrupción» y de «los jueces que sentencian después de recibir una llamada de teléfono de los poderosos». Asegura querer «un país abierto, que reciba inversión extranjera», aunque cree que semejante circunstancia «es imposible con Putin en el poder».
La represión de la protesta ha sido más intensa que en ocasiones anteriores. Muchos participantes hablan de arrestos violentos. Además, imágenes que circulaban por internet han demostrado que los agentes llegaron a emplear contra los manifestantes, en muchos casos, porras que emiten descargas eléctricas.