Un impuesto digital distinto
Como en tantas cuestiones, la llegada del demócrata Joe Biden a la presidencia de EEUU ha reactivado la búsqueda de un consenso internacional para lograr una nueva fiscalidad de las multinacionales que, gracias al entorno digital, pueden realizar su negocio allí donde no tienen establecimientos permanentes y elegir pagar impuestos allá donde son más baratos.
Trump mantuvo empantanadas estas negociaciones durante los últimos años. Para ser justos, su resistencia hizo sacar el debate de la casilla de las multinacionales tecnológicas donde había empezado, centrado en las llamadas GAFA (acrónimo que alude a Google, Apple, Facebook y Amazon) y otras. Las discusiones en el seno de la OCDE finalmente ampliaron el foco para abarcar también a cualquier multinacional que acaba sin tributar por sus beneficios en todos los países donde los obtiene. También se avanzó en imponer una fiscalidad mínima a las multinacionales. Llegados a este punto, Trump volvió a echar el freno.
La nueva secretaria del Tesoro de EEUU, Janet Yellen, sin embargo, ha asumido el compromiso de devolver a EEUU a la negociación. El objetivo es que la OCDE presente un acuerdo en junio para que el G20 lo adopte en julio y se implemente en 2022.
Esta última semana de enero se celebró un importante foro en la OCDE, con participación de los 138 países. Roberto Gualtieri, ministro de Finanzas de Italia (país que ejerce la presidencia del G-20) acertó al señalar que «la alternativa a una falta de acuerdo internacional no es mantener el statu quo, sino la fragmentación», pues ya hay 40 países (entre ellos España, Reino Unido o Francia) que tienen en su propia tasa digital o avanzan en ella. El ministro de Hacienda británico, Rishi Sunak remarcó que cuando se alcance un acuerdo global cancelarán su impuesto propio (es lo mismo que prevé España). «En ese momento nos desharemos del gravamen sobre servicios digitales [impuesto indirecto] y gravaremos los beneficios [impuesto directo]», dijo subrayando el relevante matiz del nuevo tributo en el que trabaja la OCDE, distinto también del que existe en España o Francia.
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