Un fiscal contra los narcopisos
Pese a que la situación ha mejorado, los vecinos denuncian que aún quedan 35 puntos de tráfico. Acció Raval quiere que la ley persiga la especulación inmobiliaria de estos edificios.
Habla sentado sobre el muro de la placita de Martina Castells, en la calle de Sant Llàtzer (en el momento de la entrevista las terrazas de los bares están cerradas). Antes de empezar la conversación, Ángel Cordero, uno de los rostros visibles de la lucha del barrio contra los narcopisos, deja claro que «el Raval es irrepresentable» (citando a Iñaki de El Lokal, la veterana voz de los sinvoz desde su refugio en la calle de la Cera). Pese a subrayar el carácter poliédrico del barrio, la plataforma formada por vecinos como Cordero, Acció Raval, supo canalizar en su momento impotencia y la rabia de un vecindario que llevaba tiempo viendo como grupos de narcotraficantes iban ganando terreno y transformando decenas de viviendas vacíos del barrio no solo en puntos de venta de droga, sino también de consumo, fenómeno, bautizado por la prensa como la crisis de los narcopisos. Los vecinos de las calles más afectadas se organizaron bajo el paraguas de Acció Raval para decir basta y salieron a la calle a señalar los puntos en los que se vendía heroína para exigir una respuesta «no solo policial», reivindican desde su nacimiento.
Casi cuatro años después del punto álgido de la crisis, en el 2017, tras el trabajo constante de Acció Raval denunciando de forma machacona cada nuevo punto, cada movimiento de los narcos, y tras numerosos operativos policiales, los Mossos d’Esquadra dan prácticamente por erradicado el fenómeno de los narcopisos entendidos como puntos de venta y consumo, donde también se pernocta. Queda solo la narcofinca de Príncep de Viana, propiedad de uno de los fondos de inversión más importantes del mundo. «El fenómeno ha mutado. Ahora no se consume en los pisos, se consume en la calle, pero se sigue vendiendo. El problema sigue ahí. Tenemos localizados 35 puntos de venta», señala Cordero, quien tiene claro el origen del problema: «la especulación». De hecho desde Acció Raval han pasado de hablar de narcopisos a hablar de narcoespeculación. «Los narcotraficantes se aprovechan de los pisos vacíos de los fondos de inversión. Mientras estos ocupan los pisos para sus negocios el barrio se va vaciando y eso ya les interesa a los fondos; ganan ambos y pierden los vecinos; pero no nos vamos a marchar», resume Cordero. «Para acabar con el problema es imprescindible señalar a la especulación, que es donde radica su origen», asevera el activista vecinal.
Dique de contención
Durante estos años los vecinos han aprendido muchas cosas. La primera, a tener paciencia. «Sabemos que cuando denunciamos un piso no lo quitarán al momento», asegura el portavoz de Acció Raval, plataforma que ha servido de dique de contención para evitar patrullas ciudadanas en el punto álgido del fenómeno, cuando la situación se volvió insostenible.
«Una parte del problema se resuelve con la policía, pero el barrio necesita de una mirada mucho más integral, reforzar la actuación social sobre un problema complejo, que va más allá de la seguridad. Necesitamos que multen a los grandes propietarios que tienen los pisos vacíos, generando el caldo de cultivo para que se den estas situaciones, y necesitamos un fiscal de barrio; creemos que podría ser una herramienta muy útil», concluye Cordero, quien apunta que los consumidores siguen ahí y necesitan soluciones sociales.
«Una parte del problema se resuelve con la policía, pero falta un plan integral» Queda solo la narcofinca de Príncep de Viana, propiedad de un fondo de inversión