La policía controla el acceso a la Carretera de les Aigües
El tramo verde más famoso de Barcelona, en Collserola, recibió ayer por la mañana un aluvión de coches, corredores, ciclistas y familias.
La Carretera de les Aigües presentaba ayer al mediodía una gran afluencia. Ciclistas, corredores, paseantes y perros llenaron el tramo verde más famoso de Barcelona, el que une el barrio de Penitents con Esplugues de Llobregat, nueve kilómetros de llano que recortan la sierra lateralmente, un mirador con vistas al mar con la ciudad desplegada como una alfombra urbana. Ni siquiera el miedo a ser sorprendidos por controles policiales o el viento hostil disuadieron a ciudadanos en busca de sol y aire descontaminado.
Los Mossos d’Esquadra situaron una patrulla al inicio de la calle de Ferrer i Bassa de Esplugues, la que en tiempos prepandémicos usaban los coches para alcanzar la plaça Mireia y comenzar ahí el recorrido de las Aigües. La capacidad intimidatoria de la presencia policial era relativa. Muchos conductores aparcaron antes de superarlo y siguieron a pie. Otros trataron de sortearlo saliendo a la misma calle desde afluentes posteriores. Esta segunda estrategia también se vio cortocircuitada por una segunda patrulla de la policía local de Esplugues cuyo control provocó que varios turismos se vieran atrapados. «Ya era hora de que alguien pusiera sentido común», protestaba una ciclista que tenía que escalar por el carril de sentido opuesto porque el suyo estaba bloqueado por el embotellamiento.
El confinamiento municipal prohíbe salir del término de la población en el que se está empadronado. Sin embargo, las restricciones sanitarias sí dejan cruzar la frontera imaginaria entre pueblos si se hace durante una actividad deportiva. Es decir, los vecinos de Barcelona podían trepar hasta la Carretera de les Aigües desde el acceso de Esplugues si habían llegado corriendo o en bicicleta. Fuera como fuese, en la Carretera quienes paseaban llevaban mascarilla y no había grupos que parecieran desbordar las burbujas familiares.