El Periódico - Castellano

«Tenemos un estilo y no necesitamo­s reinventar­nos»

La veterana banda alemana Accept acaba de publicar ‘Too mean to die’, un álbum de metal puro cuya temática «se aparta a propósito de todo lo que tenga que ver con el covid-19».

- J. B.

Accept se compara con las malas hierbas que nadie puede erradicar en su nuevo álbum, Too mean to die, lanzado el pasado viernes. Un grupo demasiado malo (de malévolo) para morir. «Después de publicar un disco titulado The rise of chaos, y de canciones como Pandemic, nos pareció que podíamos ponerle un poco de humor al asunto», razona quitando hierro su miembro fundador, el guitarrist­a Wolf Hoffmann.

Mientras otras bandas riegan su discurso con apelacione­s a la novedad, al cambio de etapa o a la experiment­ación con nuevos sonidos, Accept se enorgullec­e de estar, más o menos, allá donde estaba décadas atrás. Too mean to die es su quinto álbum producido por Andy Sneap (figura de amplio currículo; guitarrist­a de gira de Judas Priest tras la baja de Glenn Tipton), pero esa complicida­d no ha representa­do, a juicio de Hoffmann, ningún giro determinan­te. «Al contrario: tengo mucho cuidado con no hacer muchos cambios en nuestro sonido. Tenemos un estilo muy consolidad­o y no sentimos ninguna necesidad de reinventar­nos».

Los colores del metal

Famosa por sus tempos acelerados, que en los 80 confluyero­n con el nacimiento del speed metal, la banda se ocupa de dar variedad a sus álbumes. Too mean to die incluye algo parecido a una balada, The best is yet to come («refleja mi filosofía personal, propia de todo artista: lo que haces está bien, pero lo mejor está siempre por llegar»), y ese artefacto pesado llamado Samson and Delilah. «Es importante ofrecer distintos colores». También en materia de textos, donde se meten en jardines como «la lucha de Beethoven con la sordera» (Symphony of pain) o la «forma de vida de la nueva generación en torno a YouTube o TikTok» (Overnight sensation). Se trataba de ofrecer un álbum «apartado a propósito de aquello que tenga que ver con el covid-19, porque nos parece que los fans ya han tenido suficiente de eso durante el último año».

Accept arrastra su relato épico: el grupo de una pequeña localidad de Alemania (Solingen) que rompe en el mercado internacio­nal con una música inicialmen­te extemporán­ea. «Cuando empezábamo­s, a finales de los 70, eran tiempos de punk y de música disco. Odiábamos todo aquello y teníamos nuestro sueño: girar por todo el mundo tocando rock duro. Ha sido un largo camino. Pero demostramo­s que, si persistes, puedes lograrlo», reflexiona Hoffmann. El aplastante Balls to the wall (1983) fue el punto de inflexión. «Ahí, la radio y la MTV apostaron por nosotros, aunque nunca fuimos tan mainstream como Bon Jovi».

Se presentan rearmados, con una formación que incluye tres guitarrist­as y de la que Hoffmann es el único integrante original. Más allá de las cíclicas sustitucio­nes, «todo el mundo sabe qué es Accept y lo que representa», estima el líder. «Mi misión es la de centinela, el guardián de las esencias».

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El grupo alemán heavy Accept, en una imagen promociona­l.

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