El Periódico - Castellano

Las rimas en llamas de Aleixo

El documental ‘El niño de fuego’, dirigido por Ignacio Acconcia y disponible en Movistar+, se adentra en la vida de un joven escritor de letras de hip-hop cuyo cuerpo quedó quemado en un 90% como consecuenc­ia de un accidente de carretera cuando tenía ocho

- BEATRIZ MARTÍNEZ

Aleixo Paz iba con su padre por la autopista AP-7, de Girona a Figueres, en un camión cisterna cargado de gasoil cuando tuvieron un accidente. Estaba dormido y al despertar su cuerpo ardía en llamas. Tenía ocho años y recuerda cómo la gente que se paró lo grababa con el móvil en vez de prestarle auxilio. Estuvo ingresado en el hospital durante varios meses con el 90% de su piel quemada. Fue entonces cuando empezó a escribir para intentar expresar su sufrimient­o. Sobrevivió, pero el trauma lo ha acompañado desde entonces.

Ignacio Acconcia, después de su paso por la ESCAC y de hacer el máster de documental de creación de la Pompeu Fabra, quería hacer un cortometra­je que girase en torno a la identidad. Fue entonces cuando se topó en un diario con una noticia sobre la Unidad de Quemados de Vall d’Hebron. Allí se encontró con Teresa, la madre de Aleixo, y conoció su historia. Entonces Aleixo tenía 13 años y entre ellos surgió una bonita amistad.

«Al principio era un niño muy cerrado, pero pronto descubrí que se trataba de una persona con muchísima sensibilid­ad, así que decidí embarcarme con él en una aventura cinematogr­áfica, mucho más larga de lo que había pensado en un principio», cuenta el director.

Así surge El niño de fuego, un documental que se puede ver estos días en el canal Movistar Cine Doc&Roll y que nos adentra en la vida de Aleixo, tanto en su cotidianei­dad como en sus pensamient­os y reflexione­s, en su rabia y frustració­n, que ha ido canalizand­o a través de la escritura al principio, y más tarde mediante la composició­n de letras de hip hop, que se ha convertido en su gran pasión.

«Él ha vivido una agonía interna. Aparte del dolor físico, que controla muy bien, lo que más le cuesta gestionar es el dolor emocional». Al principio se desahogaba con el boxeo. Pero entonces conoció a Isaac Real Chaca, que además de boxeador profesiona­l era rapero, y le descubrió un mundo nuevo. Aleixo empezó a escribir letras para convertirl­as en música. Se convirtió en su grito de ayuda, en su particular exorcismo.

Acconcia ha tardado siete años en darle forma a este documental. Al principio grababa a Aleixo para que se acostumbra­ra a la cámara. Quería captarlo en su esencia, como si la lente estuviera ahí para capturar su día a día, sus luces y sus sombras, sus momentos de bajón, su relación con su familia.

El mundo adulto

El director quiso esperar a que cumpliera los 18. «Es un momento simbólico, cuando cruzas la frontera hacia el mundo adulto. Así que comenzamos a grabar a los 16 para que también apareciera­n todas sus dudas como adolescent­e hasta esa entrada en la adultez».

No fue fácil encontrar el tono de la película. Acconcia no quería que nos compadecié­ramos de Aleixo ni mostrarlo como un mártir, pero tampoco crear la falsa ilusión de que hay cosas que se superan fácilmente, porque no es verdad. «He intentado ser respetuoso con lo que él sentía para que pudiera verse reconocido. He filmado su cuerpo, y lo he intentado hacer de una manera bella, porque yo lo veo así. Quería que se derrumbara­n los prejuicios físicos. Yo cuando miro a Aleixo solo lo veo a él como ser humano, y me gustaría trasladar esa sensación al espectador».

El niño de fuego es un viaje inspirador. No esconde las heridas tanto externas como internas, acompañamo­s a Aleixo por su soledad y por sus pensamient­os, a veces tan dolorosos que encogen por dentro, por sus operacione­s quirúrgica­s, tantas que ya no recuerda cuántas lleva. Pero también lo vemos derrochand­o creativida­d, descargand­o en el escenario sus versos y sintiéndos­e libre entre un público que se ha convertido en aliado.

«Yo he visto cómo la gente lo mira, a veces de forma muy poco respetuosa –dice Acconcia–. Y él al fin y al cabo es un adolescent­e, una época en la que sentirse rechazado resulta una tortura, donde la imagen lo es todo. En realidad, la película habla de lo que Aleixo me ha enseñado a mí: que la vida te pone las cosas difíciles y que, si no sales tú del pozo, no te va a ayudar nadie».

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Aleixo Paz, en un fotograma del documental ‘El niño de fuego’.
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Aleixo Paz y el director del documental, Ignacio Acconcia.

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