Los coches no podrán usar los laterales de Gran Via y Diagonal para cruzar BCN
La medida permitirá bajar a la calzada el tramo de carril bici de ambas arterias que sigue aún en la acera. Solo ciclistas y taxis podrán seguir siempre recto, pero no vecinos ni transportistas.
El domingo hubo manifestaciones en cinco localidades catalanas (Barcelona, Barberà del Vallès, Sabadell, Olot y Premià de Mar) contra las denominadas autopistas urbanas, esas vías de paso que atraviesan municipios y que son auténticos solares viales, puesto que carecen de relación alguna con el entorno residencial y comercial. Barcelona, bebiendo un poco de esa filosofía, aunque habría que sumarle aquí el proyecto de ejes verdes y la promoción de la bicicleta y el transporte público, ha decidido que los laterales de Gran Via y Diagonal dejen de ser calles para cruzar la ciudad de punta a punta. Los coches no podrán usar estos corredores de manera lineal, ya que a partir del 8 de febrero se instalará una señalización que obligará a girar a la derecha en determinados cruces. La medida permitirá, a más largo plazo, bajar a la calzada los carriles bici que todavía siguen en la acera en ambas arterias. «Mejoramos la vida de los barrios y potenciamos el uso de la bicicleta y del transporte público», resumió ayer la teniente de alcalde de Urbanismo, Janet Sanz.
En el caso de la Diagonal, la medida afecta a los dos laterales entre Francesc Macià y Sant Joan, que durante la pandemia ya fueron cortados a ratos para mayor disfrute de la ciudadanía en tiempos de distanciamiento social. En el lado montaña, el giro será obligatorio en Roger de Llúria, Aribau y Via Augusta. Inquieta esta última calle, puesto que la instalación de un vial ciclista lo ha reducido a un solo carril para coches. En la ladera mar, los vehículos deberán desviarse hacia Muntaner, rambla de Catalunya (también un solo carril), Pau Claris y Bailèn.
Al repasar las transformaciones recientes de la avenida, surge un dato revelador: la arteria ha pasado de 10 carriles (2+6+2) a siete (1+5+1) en menos de una década. El último pasillo en caer fue uno en sentido Besòs destinado al vehículo privado del ramal central. Se eliminó para poder ampliar los raquíticos carriles para bus en los que los vehículos de TMB iban quemando llanta con el bordillo.
En cuanto a la Gran Via, el lado montaña ya está destinado íntegramente al bus y (parcialmente) a la bici desde 2012, así que la medida solo se aplica a la vertiente mar. Se tendrá que abandonar la calle en los cruces con Vilamarí, Viladomat, Villarroel, Muntaner, Balmes, Pau Claris, Nàpols y Marina. Tanto en la Diagonal como aquí, y según el ayuntamiento, las calles del Eixample a las que se derivará este tráfico «pueden absorber sin problemas» esta cantidad de nueva circulación. Está por ver cómo queda la distribución de modos de transporte, puesto que el vehículo privado está casi en porcentajes previos a la pandemia mientras que el bus y el metro han recuperado poco más de la mitad del pasaje habitual.
De momento, sin multas
Los giros obligatorios ya serán efectivos a partir del 8 de febrero con señalización vertical y horizontal, y tal y como avanzó ayer la concejala de Movilidad, Rosa Alarcón, con una presencia constante de la Guardia Urbana. En los primeros compases del cambio, para informar, pero más adelante, ya con la maquinita de las multas. Lo que no está previsto, por ahora, es la instalación de cámaras que capten la matrícula de los infractores, como sucede, por ejemplo, en Colón para acceder a la Rambla.
No se permitirá seguir recto, pero sí podrán incorporarse a estos laterales los que vengan por alguna calle perpendicular. Eso sí: en el siguiente cruce limitante, fuera. Solo taxis y ciclistas podrán seguir siempre recto. No está previsto que puedan hacerlo ni repartidores de mercancías ni los vecinos que vayan a su aparcamiento sito en la Diagonal o la Gran Via. Unos y otros, según señala el consistorio deberán trazar trayectos alternativos para llegar a su casa.
En una segunda fase, a partir de verano, el ayuntamiento tiene previsto instalar nuevos carriles bici en la calzada y en ambos laterales, mar y montaña, lo que eliminará un carril de circulación. En la Diagonal, los ciclistas aún comparten espacio con los peatones entre paseo de Gràcia y Sant Joan. Y en Gran Via, se hará lo propio de Pau Claris a Marina. Todo ello, incluida toda la transformación, tendrá un coste aproximado de 750.000 euros. Y los cambios llegan, según reza el gobierno local, tras mantener reuniones con vecinos y entidades. Está por ver cómo responde el comercio. Y, sobre todo, los repartidores. n