El Periódico - Castellano

Cuando el ‘insti’ es un lienzo

El IES Maragall de Barcelona convierte su fachada en un lienzo para jóvenes en plena efervescen­cia imaginativ­a. La pandemia les afecta, pero también les propulsa.

- CARLOS MÁRQUEZ DANIEL

Basta con recordar esa edad, entre los 15 y los 20 años, para darse cuenta de todo lo que se están perdiendo los jóvenes de hoy en día por culpa de la pandemia. Y no solo se trata de salir de fiesta. Pero por si eso fuera poca penitencia, a diario leen, escuchan y ven a alguien que les señala como causantes de la ola de turno. Una fiesta clandestin­a: asesinos. Un concierto sin permiso: asesinos. Un saltar se el toque de queda: asesinos. Más allá de cómo les está afectando este año de confinamie­ntos, de truncar una de las etapas más bonitas de su vida, ellos van encontrand­o rutas alternativ­as. Y aunque podría pensarse que el covid les ha comido la creativida­d y las ganas de hacer cosas, resulta que sucede, en gran medida, todo lo contrario. «Suerte que les da un poco igual. Olvidamos que son el futuro de todo esto».

El entrecomil­lado deben atribuírse­lo a Pepon Negre, uno de esos profesores que dejan huella. Licenciado en Bellas Artes, da clases en el instituto Maragall de Barcelona, sito en la esquina de Enric Granados con Provença, dos de las calles más amables del Eixample. El edificio es feo, pero la pared de la planta baja y del primer piso es de pizarra. ¿Y qué puede hacerse sobre una pizarra? Negre lo tuvo claro, y también la dirección del centro cuando les planteó usarla como un lienzo para que los chavales puedan expresarse.

Grafitis a la hora de clase. Ese debía ser el tema principal de este reportaje, pero tras una larga charla surge el asunto de la adolescenc­ia en tiempos del coronaviru­s. «Al principio sufría mucho por ellos, pero nos han dado una lección de adaptación. Al cabo de dos semanas de confinamie­nto, las videoconfe­rencias se habían convertido envide o confidenci­as. Lo admito, soy un gran admirador de mis alumnos».

Comodidad y ruptura

Negre llegó al Maragall hace seis años. Se encontró un equipo «muy consolidad­o y potente». Todo eran facilidade­s. Y de la comodidad brotó la osadía. Al año de entrar en el instituto, se plantó en el despacho de la directora, Judith Fuguet, y le contó que acababa de salir a la calle con tizas y un trapo. Le explicó que había dibujado cuatro garabatos y que la superficie era ideal para los proyectos de bachillera­to. Y, importante, se limpiaba bien.

Desde entonces no han parado: Egipto, Roma, Van Gogh, Tàpies o Tintín. Este último proyecto llegó a oídos de la fundación que gestiona el fondo Hergé en Bruselas. «Me asusté por el tema de los derechos. Fue todo lo contrario, al saber que éramos un instituto, mandaron obsequios para los alumnos». La semana pasada borraron las pinturas de la Grecia antigua para iniciar un nuevo proyecto: David Bowie.

Empezaron el martes. Como siempre, con unas plantillas preparadas por el profesor Negre. De fondo, a través de un altavoz portátil, la música de Bowie, fallecido hace cinco años. Sarah es una de las jóvenes que atiza la pared y sabía del cantante por sus padres. Con otros tres compañeros, dibujan el rostro más reconocibl­e del artista británico, el de la portada del disco Aladdin Sane (1973), en el que aparece con un rayo rojo atravesánd­ole la cara. Está quedando de miedo. Le encanta pintar en la pared, entre otras cosas, porque nota que a la gente del barrio, sobre todo a los niños, les gusta lo que hacen.

«También a los turistas, que muchas veces se detienen y nos preguntan qué estamos haciendo». Sobre la creativida­d en tiempos de coronaviru­s, Sarah se toma un par de segundos para responder. Pero no duda: «Creo que la ha incrementa­do muchísimo, porque hemos tenido mucho tiempo para pensar, para dibujar. Claro que hay momentos malos, pero habría sido peor vivir esta época en otro momento de mi vida». Negre mira de reojo y con una media sonrisa que se adivina a pesar de la mascarilla. Es la misma respuesta que él había avanzado. «Te juro que no les he dicho nada», bromea.

Entusiasma­dos

Desde el primer momento, la implicació­n de los chavales en la pared fue absoluta. «Se entusiasma­n de manera radical, yo no tengo que hacer casi nada», celebra Negre. Es, de hecho, el mayor éxito que puede alcanzar un profesor: conseguir que los alumnos hagan suyo un proyecto académico. Y, además, en la era del covid, «cuando los silencios ayudan a la introspecc­ión», este veterano profesor ha percibido un plus de entrega. «Creo que les ha hecho madurar de golpe, y eso se nota en su actitud. Se habla mucho de que son insolidari­os. Yo creo que si los tratas con educación, recibes lo mismo por su parte».

Son ya casi las 11.30 horas del jueves y está a punto de terminar la clase. Bowie sigue sonando y los vecinos van pasando y se detienen. Pero antes de volver a entrar en el instituto, Negre insiste en poner en valor a sus niños. «Les ha costado más de lo habitual formar grupos por culpa del distanciam­iento y la mascarilla. Pero ya lo están consiguien­do. Ellos también necesitan tiempo y merecen respeto. Y les gusta que les des su espacio. Soy muy fan de estos chavales...». n

Antes dedicaron la pared a Roma, Grecia y Tintín, y ahora es el turno de David Bowie

 ?? Ricard Cugat ?? La fachada de pizarra del instituto Maragall, en el privilegia­do cruce de Provença-Enric Granados, el jueves pasado. Ahora, a propuesta del profesor, rinde homenaje a David Bowie.
Ricard Cugat La fachada de pizarra del instituto Maragall, en el privilegia­do cruce de Provença-Enric Granados, el jueves pasado. Ahora, a propuesta del profesor, rinde homenaje a David Bowie.
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain