En el ecuador de la campaña
Llevamos ya una semana de una campaña para unas elecciones catalanas relevantes –el Madrid político está pendiente del resultado– pero también anómalas, tanto por la ausencia de mítines y actos masivos como por el temor a la pandemia que puede afectar a la participación y la constitución de las mesas electorales.
La candidatura de Salvador Illa sigue agitando las aguas. En el debate de TVE del pasado domingo Illa centró todos los ataques, tanto de los independentistas como de los otros constitucionalistas. El sondeo flash del CIS, conocido ayer, sitúa al PSC como el primer partido y a Illa como el candidato preferido a ‘president’, pero también sigue constatando que ERC es, con amplio margen, la fuerza que más electores creen que ganará las elecciones (32% frente al 17% del PSC y el 8,2% de JxCat).
En el campo independentista contrasta la unidad en público de apoyo a los presos (de ERC y de JxCat) recién salidos de las cárceles con las fuertes polémicas entre sus candidatos. Pere Aragonès, con sólidas intervenciones en el debate de TVE y en varias entrevistas, está reforzando su personalidad de aspirante presidencial, ayudado por un activo Oriol Junqueras que ha salido con fuerza a pelear y que descalifica tanto a Illa como a la candidata de JxCat, Laura Borràs, que insiste en que es la única que garantiza un Govern que solo cuente con independentistas. Se ha notado también un cierto retraimiento de Puigdemont y una pugna interna en la CUP, que ha desautorizado algunas posiciones de su candidata Dolors Sabater.
La novedad en la campaña es la presencia del PDECat, el partido heredero de la antigua CDC que avaló en 2017 la candidatura de JxCat dominada por Puigdemont y sus seguidores, y que ahora ha decidido presentarse por cuenta propia y contra Puigdemont. Las encuestas dicen que no logrará el 3% y por tanto no entrará en el Parlament, pero su visualización pública acaba de empezar. Su candidata, Àngels Chacón, enfatiza las posiciones de la antigua CDC (escuela concertada, apoyo a las iniciativas empresariales, bajada de impuestos) a la caza del posible electorado perdido del pujolismo. Esta semana ha tenido un firme apoyo del PNV, relevante porque hay sectores catalanistas de peso que lamentan la ausencia de un partido como el vasco: nacionalista, centrista y que sabe negociar y pactar.
¿Entrará al final el PDECat en el Parlament? No todos los antiguos votantes de CDC están cómodos en el radicalismo de Puigdemont
y Borràs. Y el propio Artur Mas –y Andreu Mas-Colell– le han dado su apoyo, aunque con cierta contención. Pero el PNV es un partido de éxito que supo liquidar sus escisiones, mientras que el PDECat –y Artur Mas– le pusieron bandeja de plata al puigdemontismo en 2017. Al PDECat le faltó coherencia y el no pacto con el PNC de Marta Pascal, la primera que se enfrentó a Puigdemont, tampoco le engordará. Pero si logra escaños puede tener un papel decisivo en el próximo Parlament.
En la derecha parece segura la caída de Cs respecto a 2017 y cierto ascenso del PP –Pablo Casado lleva semanas viniendo a Catalunya– que podría quedar deslucido por los resultados de Vox, que parece tener segura su representación parlamentaria.
En el ecuador de la campaña hay más incógnitas que certezas y el CIS prevé algo que rompería la fuerza de gravedad de la política catalana de los últimos tiempos. El independentismo se quedaría sobre el 43% de los votos frente al 48% de 2015 y 2017, y perdería así la mayoría absoluta. Un cambio radical que es difícil de creer.
La presencia del PDECat, contra Puigdemont, y la candidatura de Illa son las grandes novedades