El Periódico - Castellano

Vacunas, mercados y Von der Leyen

La estrategia de compra conjunta de la Comisión Europea surgió como una gran oportunida­d para la UE, pero está a punto de descarrila­r con la resurgenci­a del papel de los estados

- Ruth Ferrero-Turrión

La producción, compra y distribuci­ón de las vacunas contra el covid-19 se ha transforma­do en lo que Maquiavelo denominarí­a razón de Estado. En el actual contexto pandémico, conseguir la inmunidad se ha convertido en prioridad absoluta. Esto permitiría, supuestame­nte, retornar a una situación anterior, en donde las relaciones económicas y sociales no se vieran constreñid­as por restriccio­nes varias.

Hasta hace bien poco, en el contexto europeo, la tarea de proveer de protección recaía en los estados. Sin embargo, la puesta en marcha de un Fondo de Recuperaci­ón con capacidad para emitir deuda común y facilitar la salida a la sindemia hizo albergar algún tipo de ensueño federal y hamiltonia­no en el entorno comunitari­o. En ese marco integrador y cooperativ­o es como tuvo lugar la decisión de comprar las vacunas que permitiría­n no solo volver al momentum prepándemi­co, sino que, además, harían que tanto la cohesión interna como los vínculos afectivos de la ciudadanía con la UE se vieran reforzados.

Una oportunida­d de oro era demostrar cómo una Europa unida conseguía firmar con las farmacéuti­cas por un número extraordin­ario de dosis que permitiera­n, no solo inmunizar a los ciudadanos europeos, sino también la exportació­n hacia países con menos recursos haciendo así visible su compromiso con latitudes menos favorecida­s.

Autonomía estratégic­a

La estrategia de la compra comenzó en junio y, entonces, la Comisión comprometi­ó 200 millones de dosis de la vacuna BioNTech/Pfizer, con opción a otros 100 millones posteriorm­ente. Esto suponía un gran negocio para la farmacéuti­ca al tiempo que beneficiab­a la imagen de la UE en plena campaña de su autonomía estratégic­a. También se firmaba en agosto con el laboratori­o Astra Zeneca.

El proceso de vacunación ha dado lugar a los que se conoce como el nacionalis­mo de las vacunas. La carrera para hacerse con el mayor número de ellas en el menor tiempo posible y vacunar al mayor porcentaje de población es vista como un parámetro de prestigio de país.

El mundo desregulad­o, desindustr­ializad o y de economía líquida que la UE ha contribuid­o a crear ahora se vuelve contra ella con la geopolític­a de la vacunación

La vacunación en la UE va más lenta de lo previsto. Los retrasos en la producción de vacunas, el proceso burocrátic­o por el que han de aprobarse y una no muy buena planificac­ión de muchos países de la UE son los responsabl­es. Y claro, el frenazo en la llegada de vacunas ha sido atribuida a su exportació­n al Reino Unido. El nerviosism­o de la germana Von der Leyen asomó, primero en la forma de prohibició­n, posteriorm­ente, planteando que quizá habría que pensar en optar por otros mercados vacunales como el ruso o el chino.

Las experienci­as pasadas de competenci­a entre Estados miembros convencier­on a la gran mayoría que en esta ocasión tenían que ir juntos para evitar la rapiña de las farmacéuti­cas. En todo caso, cada país es soberano para comprar las vacunas a quien y en las condicione­s que quiera. No ha sido este el caso alemán, que se hizo por su cuenta con 30 millones de dosis más de Pfizer, ya saben,

«por si acaso», o Hungría, que hace semanas que trabaja con la rusa Sputnik. La confianza en la eficacia de la gestión estatal vuelve siempre por sus fueros, especialme­nte, cuando salen a la luz negociacio­nes desastrosa­s en la compra de las vacunas.

Una estrategia que comenzó bien, está a punto de descarrila­r. Quizá alguien en Bruselas debería dar un golpe en la mesa y decir en voz alta aquello de «¡es el mercado, amigo/a!». Un mercado del que los Estados no solo se han desentendi­do durante años, sino que han alentado. Pasen las crisis que pasen, vengan las decepcione­s de donde vengan, pareciera que la UE, sus gobiernos e institucio­nes, no se dan cuenta de que el mundo que han dibujado en su cabeza no existe, pero lo más grave de todo es que es el mundo que ellos mismos han contribuid­o a crear. Un mundo desregulad­o, desindustr­ializado, de economía líquida que ahora se vuelve contra ellos. Si Europa quiere conseguir más relevancia global parece que no está siguiendo el camino correcto. Y señoras, señores, la geopolític­a de las vacunas no ha hecho más que empezar.

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Ruth Ferrero-Turrión es profesora de Ciencia Política en la Universida­d Complutens­e de Madrid

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