Una discusión periódica que acaba en papel mojado
Periódicamente en Italia se vuelve a hablar de la posibilidad de introducir la semana laboral de cuatro días, algo que hasta la fecha ha quedado papel mojado. Se ha discutido de vez en cuando, pero no ha llegado a implantarse. De hecho, la última propuesta concreta de reducción de la jornada laboral a 35 horas fue hecha por el hoy extinto partido Refundación Comunista en los años 90. Y no solo no triunfó, sino que además condujo a la caída anticipada del entonces Gobierno de Romano Prodi.
El rechazo a la propuesta, ha explicado recientemente Simone Fana, autor del ensayo Tempo rubato (Tiempo robado), se entiende si se considera que «la idea predominante» ha sido que es necesario «trabajar más para producir más», y eso es lo que ha inspirado las últimas políticas económicas italianas en materia laboral.
Lo cierto es que esa reducción es hoy día «ya una realidad en muchas empresas, que recurren cada vez más al trabajo a distancia y al trabajo a tiempo parcial», aunque sin garantías, añade Fana.
De aplicarse, se cumpliría la idea de Giovanni Agnelli, fundador de Fiat, que en 1933 ya defendía la fórmula «trabajar menos, trabajar todos». «La reducción proporcional y general de la horas de trabajo resuelve equitativamente el problema de la distribución del trabajo», opinaba Agnelli.