Maradona, el culebrón infinito
Cada día surgen detalles espeluznantes relacionados con la muerte del ídolo argentino y la disputa de la herencia. La lista de sospechosos de alguna malicia crece con cada capítulo.
Diego Maradona se fue del mundo el 25 de noviembre pasado, poco después de haber cumplido 60 años. A estas alturas, no solo el mito está más vivo que nunca: alrededor de su muerte y la disputa de su millonaria herencia se tejen incesantes intrigas. «Somos testigos de una novela que parece escrita por un guionista de Hollywood», señaló el diario deportivo Ole. Lo primero que salta a la vista y entretiene a los argentinos como si fuera una serie de suspense infinito tiene que ver con el mismo deceso del astro. El Pelusa tuvo una insuficiencia cardíaca pero no tomaba sus medicamentos. Tampoco tenía a su disposición oxígeno. Lo que abundó en los últimos días de su internación es la cerveza y la marihuana.
La investigación judicial se centra en las acciones y omisiones de Leopoldo Luque, su último médico personal, quien llegó hasta a falsificar la firma del paciente; la psiquiatra Agustina Cosachov y otros profesionales de la salud. También ha quedado en el punto de mira de la fiscalía Carlos Ibáñez, alias Charly, señalado como el suministrador de alcohol y droga a un Maradona cada vez más vulnerable. Ibáñez era un prófugo de la Justicia. Lo acusaban de robo agravado por uso de arma de fuego. Su entrada en el entorno de Maradona es un misterio.
Los diálogos a través de whatsapp entre las personas responsables de velar por la suerte de Diego, filtrados por la prensa como si fueran los capítulos de una historia que siempre añade sorpresas, son espeluznantes. «Todos fumando porro (yerba)», cuenta un médico sobre la casa donde se llevaba a cabo la internación. «Hoy se levantó todo dolorido, como que no descansa, se levanta con toda la resaca encima. Anoche fumó, tomó vino con las pastillas encima... ». A lo que otro doctor comenta: «Ya tomó el hábito de fumar todos los días, les pide a los de seguridad faso (marihuana). El otro día les digo a los de seguridad: ‘Cuando te dice así, encéndele un habano’». Luque es impiadoso. Lo llama «gordo» y está preocupado por la concentración de cannabis en su cuerpo.
También salen a luz filmaciones de los últimos días. «Estoy abollado», confiesa en una de esas grabaciones telefónicas. Al doctor Alfredo Cahe, médico de cabecera de Maradona por más de tres décadas, no le sorprende el lamentable desenlace, en parte escrito desde hacía mucho tiempo. Cahe revela que Maradona comenzó a tener trastornos del habla en 2004. Llegó a temer que fuera un indicio de un temprano alzheimer, agravado por «el alcohol y mediaciones psiquiátricas».
Matías Morla, el último representante del ídolo, también figura por estas horas en la lista de sospechosos «de algo». Las hijas de Maradona le apuntan sin piedad. No solo hay morbo en estos relatos, sino enigmas y amenazas. El anillo del 10, valorado en 300.000 dólares, se ha esfumado de escena. Mauro Baudry, el abogado de Diego Fernando, el menor de los hijos que dejó Maradona, aseguró que la joya la tiene Gianinna Maradona. La hija y exesposa del Kun Agüero respondió en Twitter: «Si me matan buscando un anillo que no tengo son todos cómplices». Y dejó en el aire que esta historia tiene todavía capas que develar.
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