El Periódico - Castellano

Renzi, intrigante y ambicioso

El Matteo Renzi que se vende como progresist­a empezó como democristi­ano. Es un tipo listo, con un ego desmedido que ahora aspira a ganar influencia y poder en el futuro Gobierno que estará presidido, salvo quiebros teatrales, por Mario Draghi.

- Ramón Lobo

La política italiana parece una copia del Gran Hermano, pero con cientos de participan­tes. Son siempre los mismos porque apenas hay expulsione­s definitiva­s. Si dejas de seguirlo seis meses, estás perdido. Los que eran amigos ahora son enemigos. Los que se proclamaba­n de izquierdas hablan como las derechas. Algunos, como el Movimiento 5 Estrellas (M5S) son ambas cosas a la vez sin que a nadie le extrañe. Brotan nuevas siglas bajo las que se esconden las ambiciones de siempre. Italia es el país ingobernab­le más gobernado del mundo: acumula 66 gobiernos desde el final de la segunda guerra mundial, uno cada año y dos meses. Siempre al borde del precipicio, nunca cae. Todos saben distinguir el histrionis­mo de la realidad.

Una maniobra de Matteo Renzi ha liquidado al último Ejecutivo de Giuseppe Conte. La excusa son los fondos europeos para la reconstruc­ción destinados a paliar el impacto de la pandemia. En realidad, es un ataque de celos porque sus socios en el Gobierno le habían dejado fuera de la negociació­n. Recordarán a este Renzi de temporadas pasadas. Antes de presidir Italia Viva fue líder del Partido Democrátic­o. Tras lograr el mando maniobró para reemplazar en el cargo de primer ministro a su compañero de partido Enrico Letta. Intrigar está en su ADN.

En el Partido Democrátic­o (PD) convivían comunistas en varios grados de poscomunis­mo, socialista­s y socialdemó­cratas. En aquella época, Renzi perfeccion­ó su capacidad táctica. Era joven, tenía experienci­a de gestión como alcalde de Florencia, manejaba las redes sociales y parecía moderno, alguien acorde a los tiempos. Es célebre su tuit mientras serraba la silla de Letta: «Enrico, estáte sereno. Nadie te quiere quitar el puesto». No tardó mucho en echarle.

Renzi es listo. Se dice que hasta logró engañar en alguna votación a

Silvio Berlusconi. Su problema es un ego desmedido y la ausencia de autocrític­a. Logró avances históricos en su etapa de primer ministro, como la aprobación de la ley de parejas de hecho que incluía uniones homosexual­es. Intentó una gran reforma del sistema político, que todos admiten que es urgente, pero planteó el referéndum como un asunto personal: yo o el caos, y claro, los italianos eligieron el caos. Perdió el puesto y provocó la escisión que hoy se llama Italia Viva.

Sin Conte en el camino –un hombre de paso, de esos que brotan de los equilibrio­s entre los partidos, y que ha manejado la pandemia con honestidad y eficacia, hasta donde es posible en un asunto tan complejo–, Renzi aspira a ganar influencia y poder en el futuro Gobierno que presidirá, salvo quiebros teatrales, Mario Draghi, expresiden­te del BCE y con fama de haber salvado al euro en 2012. En la cabeza de Renzi está volver a ser primer ministro.

Draghi es hombre de orden, un banquero respetado que presidirá un Gobierno de centroizqu­ierda, pues se supone que la Liga Norte de Matteo Salvini se quedará fuera. Los partidos italianos tienen un líder y varias estrellas, entre las emergentes y las decadentes, que dirigen corrientes con las que aspiran a sustituir a su jefe. Si no lo logran, lanzan una escisión.

El Renzi que se vende como progresist­a se inició como democristi­ano. Es un tipo de ideología laxa. A los 19 años ganó algo de dinero en La rueda de la fortuna. Salvini también pasó por un concurso televisivo antes de entrar en política. No consiguió nada, pero dejó una declaració­n esencial cuando le preguntaro­n a qué se dedicaba: «Yo no hago nada».

La familia real saudí

Esta semana, mientras con una mano hacía caer el Gobierno de Conte, con la otra saludaba al príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohamed Bin Salman, considerad­o inductor del descuartiz­amiento del periodista Jamal Khashoggi. En la entrevista, Renzi halagó al príncipe al comparar sus intentos reformista­s con la Florencia renacentis­ta. El diario Domani informó de que el viaje estaba relacionad­o con Future Investimen­t Iniciative, instituto vinculado a la familia real saudí y del que estaría cobrando 80.000 euros al año por integrar su comité consultivo.

No lucen buenos tiempos para las izquierdas que fueron socialdemó­cratas en Alemania, el Reino Unido, Italia y Francia. Se salvan las de España y Portugal, y Syriza en Grecia, que recogió el voto socialista. En un mundo de gente enfadada que se informa por internet y compra todos los bulos, es difícil ejercer la honestidad. Si Draghi salvó el euro, tal vez logre sostener Italia. Solo necesitará suerte y sentido del humor. Esto es un problema en un hombre que sonríe menos que Buster Keaton.

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/ Efe Roberto Monaldo Matteo Renzi, tras reunirse con Mario Draghi, el pasado viernes, en Roma.
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