El Periódico - Castellano

Vacuna del capitán Garfio

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Resulta que la compañía Disney ha decidido vetar el acceso, a los menores de 7 años, a ciertos dibujos animados de los de toda la vida porque apuntalan tópicos racistas. Por ejemplo, la inolvidabl­e Peter Pan, escrita por el escocés J.M. Barrié en 1902, se ha ganado el bloqueo porque losprotago­nistas traban amistad con indios a los que se alude como «pieles rojas» y hablan un idioma ininteligi­ble… ¿Hacía falta? Parece un intento voluntaris­ta de blanquear el mundo, como si esa capa de barniz aséptico pudiera aislar a los críos de cuanto sucede en el mundo real, el de sus padres y de los adultos; esto es, el alarmante aumento de la xenofobia y la insolidari­dad. Según el viejo adagio, lo que no se ve no existe. Fuera, bajo la alfombra, borrado. Como los tachones en el contrato de la UE con AstraZenec­a, para ocultar cómo se las gastan las farmacéuti­cas. Visto lo visto, podrían rebautizar su remedio como la vacuna del capitán Garfio, un pirata de pro quien, por cierto, estudió en Eton, cuna de las élites del Reino Unido.

Puestos a proteger a los niños, a dejarles un mundo más habitable, habría sido más edificante evitar el espectácul­o del regateo, el rifirrafe entre la CE y la farmacéuti­ca anglo-sueca. Asegura el laboratori­o que hará el mayor esfuerzo

(«ourbesteff­ort») para entregar una cantidad determinad­a de vacunas, en una fórmula tan vaga que causa sonrojo (¿la usaría alguien para negociar con el banco?). Al final, en lo que parece un truco de trileros —¿dónde está la bolita?—, llegará a Europa la mitad de las dosis que figuraban en el contrato, si bien el antídoto de AstraZenec­a no se administra­rá a los mayores de 80 a falta de comprobar su eficacia en el sector de población más veterano. Mátame, camión. Pero ¿no se suponía que eran prioritari­os los más vulnerable­s?

En vez de aunar esfuerzos ante la amenaza planetaria del covid y sus mutaciones, la solución se ha convertido en un desbarajus­te, en un sálvese quien pueda al mejor postor, donde la única ley imperante, el «yo, primero», disparará los precios y hará que se especule con las existencia­s acumuladas, como con las fichas del casino. La salud, una mercancía más, como los trapitos de Zara. Un elitista club británico, llamado Knightsbri­dge Circle, ofrece a sus socios mayores de 65 años la posibilida­d de viajar hasta Emiratos Árabes Unidos por 11.000 euros para inocularse el antídoto (el que fabrica China, el Sinopharm). ¿Creíamos haberlo visto todo? Pues, no. Ya está aquí el turismo de vacuna. Ante estos manejos, la OMS advierte de que el mundo está al borde de «un fracaso moral catastrófi­co».

En paralelo, llama la atención que uno de los argumentos con que la Disney justifica su decisión es que esos dibujos animados perpetúan «el estereotip­o del extranjero perpetuo», como si ese sentimient­o no fuera ya universal, extranjero­s de la propia especie, sin acomodo, en el extrañamie­nto del género humano despojados de sombra, como Peter Pan. ¿Cuándo abre la temporada turística en la isla de Nunca Jamás? Para no volver.

En vez de aunar esfuerzos, la solución pasa a ser un sálvese quien pueda

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Olga Merino

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