La década perdida de la ciencia
Estancamiento es la palabra más recurrente en las conversaciones sobre la política científica catalana. La última legislatura no ha cerrado asignaturas pendientes de la anterior, como la ley catalana de la ciencia o el convenio colectivo del sector. Tampoco se han revertido los recortes y la pérdida de talento. El covid ha revelado una brecha entre el Govern y la investigación biomédica. Catalunya no ha recuperado el porcentaje de PIB invertido en I+D antes de la crisis financiera (de 1,70% en 2009 a 1,52% en 2019), debajo de países con menor renta como Eslovenia (2,04% del PIB). La Generalitat gastó en I+D 800 millones en 2018, lejos de los casi 1.000 de 2008.
«Podemos hablar de una década perdida en términos de inversión en I+D», resume Aleix Pons, de la Fundación COTEC para la Innovación. «Catalunya se consideraba un motor científico. Se ha mantenido lo que estaba en marcha, pero estamos tocando hueso», afirma Luis Serrano, director del Centre de Regulació Genòmica.
Ley de la ciencia
La principal acción del Govern fue la aprobación del Pacto Nacional para la Sociedad del Conocimiento. Sin embargo, la ley catalana de la ciencia se quedó en un anteproyecto. «Tenemos una falta de liderazgo espantosa. Llevamos dos gobiernos consecutivos catastróficos», afirma Jordi Camí, director del Parc de Recerca Biomèdica de Barcelona (PRBB). «Es evidente que el Govern no ha priorizado ni la universidad ni la investigación», coincide Joan Guàrdia, rector de la Universitat de Barcelona.
El impacto del ‘procés’
El procés ha dañado a la ciencia catalana, según algunos científicos, y «el 155» cargó de burocracia a los centros de investigación. Sin embargo, «incluso en los momentos de máxima tensión siempre hubo sintonía entre los gestores [en Madrid y en Barcelona]», afirma Andreu Mas-Colell, presidente del Barcelona Institute of Science and Technology (BIST).
«Las energías de la Generalitat han estado en otras cosa, no en la ciencia», observa Serrano. «En un contexto de bloqueo político, se han paralizado iniciativas», afirma Pere Puigdomènech, presidente de la sección de ciencias biológicas del Institut d’Estudis Catalans.
Catalunya ha recuperado los niveles de empleo en I+D anteriores a la crisis. Sin embargo, «ha habido una diáspora importante de investigadores», alerta MasColell. El Govern se ha enfrentado al colectivo Doctorandes en Lluita, que reclama becas doctorales de cuatro años, mientras la Generalitat
las limita a tres. «Tenemos una plantilla con sueldos miserables, a menudo sin contrato, y cuando se acaba una investigación, a la calle y a coger a otra persona», afirma Guillem Prats, líder de Doctorandes en Lluita.
En diciembre, sindicatos y centros de investigación acordaron desbloquear la negociación de un convenio colectivo. Los comités de empresa están expectantes, ya que esta promesa ya se hizo antes de las elecciones de 2015.
Centros y univesidades
En 2018, la universidad catalana acusó al Govern de recortarle fondos para la investigación, a favor de los centros de la red CERCA. «La mayoría de la investigación se hace en la universidad, pero la Generalitat pone énfasis en los centros. Estamos a punto de tocar hueso», afirma Javier Lafuente, presidente de la Associació Catalana d’Universitats Públiques.
«La Generalitat ha sido enormemente dura con la universidad: el recorte [global] es de más de un tercio de la financiación», afirma Vera Sacristán, del Observatorio del Sistema Universitario.
El Estado impuso un límite al reemplazo de investigadores jubilados durante años. Cuando lo levantó en 2019, el Govern impuso el suyo. Para cubrir la docencia, las universidades han recurrido a precarios y baratos profesores asociados. Hoy Catalunya
es la que tiene mayor porcentaje de ellos (44%) en España. «Se cubre el expediente de la docencia, pero no el de la investigación», explica Sacristán.
Ante el covid, centros y universidades ofrecieron a la Generalitat su capacidad para hacer PCR con el proyecto Orfeu. Pero esto se activó tarde en los primeros y nunca en las segundas. Diversos comités también criticaron por errático el asesoramiento científico del Govern. Inversión y ambición son lo que más piden los científicos al futuro Govern. «Con una pequeña inyección de dinero podríamos recuperar ese sueño de Catalunya como el Boston europeo», afirma Serrano. Crear una consejería específica y llevar la ley de la ciencia al Parlament serían señales esperanzadoras. Lo siguiente, sería aumentar el presupuesto, sobre todo para recuperar o estabilizar investigadores. Puigdomènech pide también un mejor sistema de consulta científica, a la luz de lo ocurrido con la pandemia. El lado positivo del covid es la oportunidad de los fondos europeos. «Catalunya tiene el camino bien programado. Se trata de lanzarse con fuerza a la carretera: los fondos europeos son la gasolina», concluye Mas-Colell.
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