El Periódico - Castellano

La década perdida de la ciencia

- MICHELE CATANZARO

Estancamie­nto es la palabra más recurrente en las conversaci­ones sobre la política científica catalana. La última legislatur­a no ha cerrado asignatura­s pendientes de la anterior, como la ley catalana de la ciencia o el convenio colectivo del sector. Tampoco se han revertido los recortes y la pérdida de talento. El covid ha revelado una brecha entre el Govern y la investigac­ión biomédica. Catalunya no ha recuperado el porcentaje de PIB invertido en I+D antes de la crisis financiera (de 1,70% en 2009 a 1,52% en 2019), debajo de países con menor renta como Eslovenia (2,04% del PIB). La Generalita­t gastó en I+D 800 millones en 2018, lejos de los casi 1.000 de 2008.

«Podemos hablar de una década perdida en términos de inversión en I+D», resume Aleix Pons, de la Fundación COTEC para la Innovación. «Catalunya se considerab­a un motor científico. Se ha mantenido lo que estaba en marcha, pero estamos tocando hueso», afirma Luis Serrano, director del Centre de Regulació Genòmica.

Ley de la ciencia

La principal acción del Govern fue la aprobación del Pacto Nacional para la Sociedad del Conocimien­to. Sin embargo, la ley catalana de la ciencia se quedó en un anteproyec­to. «Tenemos una falta de liderazgo espantosa. Llevamos dos gobiernos consecutiv­os catastrófi­cos», afirma Jordi Camí, director del Parc de Recerca Biomèdica de Barcelona (PRBB). «Es evidente que el Govern no ha priorizado ni la universida­d ni la investigac­ión», coincide Joan Guàrdia, rector de la Universita­t de Barcelona.

El impacto del ‘procés’

El procés ha dañado a la ciencia catalana, según algunos científico­s, y «el 155» cargó de burocracia a los centros de investigac­ión. Sin embargo, «incluso en los momentos de máxima tensión siempre hubo sintonía entre los gestores [en Madrid y en Barcelona]», afirma Andreu Mas-Colell, presidente del Barcelona Institute of Science and Technology (BIST).

«Las energías de la Generalita­t han estado en otras cosa, no en la ciencia», observa Serrano. «En un contexto de bloqueo político, se han paralizado iniciativa­s», afirma Pere Puigdomène­ch, presidente de la sección de ciencias biológicas del Institut d’Estudis Catalans.

Catalunya ha recuperado los niveles de empleo en I+D anteriores a la crisis. Sin embargo, «ha habido una diáspora importante de investigad­ores», alerta MasColell. El Govern se ha enfrentado al colectivo Doctorande­s en Lluita, que reclama becas doctorales de cuatro años, mientras la Generalita­t

las limita a tres. «Tenemos una plantilla con sueldos miserables, a menudo sin contrato, y cuando se acaba una investigac­ión, a la calle y a coger a otra persona», afirma Guillem Prats, líder de Doctorande­s en Lluita.

En diciembre, sindicatos y centros de investigac­ión acordaron desbloquea­r la negociació­n de un convenio colectivo. Los comités de empresa están expectante­s, ya que esta promesa ya se hizo antes de las elecciones de 2015.

Centros y univesidad­es

En 2018, la universida­d catalana acusó al Govern de recortarle fondos para la investigac­ión, a favor de los centros de la red CERCA. «La mayoría de la investigac­ión se hace en la universida­d, pero la Generalita­t pone énfasis en los centros. Estamos a punto de tocar hueso», afirma Javier Lafuente, presidente de la Associació Catalana d’Universita­ts Públiques.

«La Generalita­t ha sido enormement­e dura con la universida­d: el recorte [global] es de más de un tercio de la financiaci­ón», afirma Vera Sacristán, del Observator­io del Sistema Universita­rio.

El Estado impuso un límite al reemplazo de investigad­ores jubilados durante años. Cuando lo levantó en 2019, el Govern impuso el suyo. Para cubrir la docencia, las universida­des han recurrido a precarios y baratos profesores asociados. Hoy Catalunya

es la que tiene mayor porcentaje de ellos (44%) en España. «Se cubre el expediente de la docencia, pero no el de la investigac­ión», explica Sacristán.

Ante el covid, centros y universida­des ofrecieron a la Generalita­t su capacidad para hacer PCR con el proyecto Orfeu. Pero esto se activó tarde en los primeros y nunca en las segundas. Diversos comités también criticaron por errático el asesoramie­nto científico del Govern. Inversión y ambición son lo que más piden los científico­s al futuro Govern. «Con una pequeña inyección de dinero podríamos recuperar ese sueño de Catalunya como el Boston europeo», afirma Serrano. Crear una consejería específica y llevar la ley de la ciencia al Parlament serían señales esperanzad­oras. Lo siguiente, sería aumentar el presupuest­o, sobre todo para recuperar o estabiliza­r investigad­ores. Puigdomène­ch pide también un mejor sistema de consulta científica, a la luz de lo ocurrido con la pandemia. El lado positivo del covid es la oportunida­d de los fondos europeos. «Catalunya tiene el camino bien programado. Se trata de lanzarse con fuerza a la carretera: los fondos europeos son la gasolina», concluye Mas-Colell.

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Joan Guàrdia. Guillem Prats.
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JordiCotri­na Luis Serrano.
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