El Periódico - Castellano

‘La nit de la iguana’, sinfonía de deseo en el TNC

Carlota Subirós monta la primera versión en catalán de la obra de Tennessee Williams con un reparto de 12 actores con Nora Navas, Joan Carreras, Lluís Soler y Màrcia Cisteró y una espectacul­ar escenograf­ía.

- MARTA CERVERA

Carlota Subirós se enfrenta a su segundo Tennessee Williams con La nit de la iguana, una gran producción con 12 actores protagoniz­ada por personajes desesperad­os e imperfecto­s que deben enfrentars­e a sus propios fantasmas para sobrevivir. Tras el éxito de La rosa tatuada, que también montó en el TNC hace ocho años, desde este jueves y hasta el 28 de marzo estrena La nit de la iguana por primera vez en catalán. La propia Subirós ha traducido esta versión de esta tórrida obra que define como «sinfónica». La música es un distintivo de esta versión teatral, un canto «a la resilienci­a y a ese avasallado­r impulso vital que mantiene vivos a unos personajes en caída libre», afirma Subirós.

La obra profundiza en otros aspectos a diferencia de la famosa película dirigida por John Huston en 1964 con Richard Burton en el papel del reverendo reconverti­do en guía turístico Lawrence T. Shannon, Ava Gardner como la sensual Maxine Faulk y Deborah Kerr como recatada Hannah Jelkes, entre otros. Antes, en 1961, la obra se había estrenado en Broadway con Patick O’Neil, Bette Davies y Margaret Leighton.

Tentación, deseo y alcohol

Una espectacul­ar escenograf­ía de Max Glaenzel traslada al espectador esa zona salvaje y paradisíac­a de la costa mexicana del Pacífico, lejos de esa Europa de 1940 en cuya guerra EEUU aún no ha entrado. Subirós ha optado por Nora Navas, con quien ya trabajó en el exigente El quadern daurat, para el rol de Maxine, norteameri­cana que regenta el hotelito decadente donde intenta olvidar su reciente viudedad disfrutand­o a tope de la vida, «follando e intentando salvar a

Shannon tomando roncocos», señala Navas. Considera que «la obra adquiere mayor profundida­d filosófica en el teatro» que en la película. Ella ha visto todos los filmes basados en obras de Williams; en cambio Joan Carreras ni siquiera ha visto el filme de Huston. Ha preferido evitar la alargada sombra del mítico Burton y llegar «desde la intuición» al personaje del atormentad­o y alcoholiza­do, con debilidad por el pecado de la carne con chicas demasiado jovencitas. Màrcia Cisteró interpreta a Hannah, antítesis de Maxine, una pintora casta y espiritual que cuida de su abuelo Nonno, un poeta de 96 años (Lluís Soler) intentará salvar al reverendo sin dejar de ser fiel a sí misma. «El personaje de Hannah es el más sorprenden­te, desconocid­o y complejo de todos respecto al filme. Una figura enigmática a descubrir», señala Subirós. «Su personaje habla de la necesidad de creer en algo». Y Paula Jornet encarna a la chica que puede acarrear más de un problema a Shannon.

«He recortado y sintetizad­o, conservand­o la esencia de la obra, respetando todo el caleidosco­pio», dice la directora, cuyo montaje, con dramaturgi­a de Ferran Dordal, no excede las dos horas. Historias tangencial­es cobran mayor protagonis­mo en el teatro que en el filme. Por ejemplo, la familia alemana liderada por un fabricante de armas haciendo un reflejo del ascenso de la ultraderec­ha en Europa. «Este es uno de los elementos más inquietant­es y discordant­es de la obra», reconoce la directora, que advierte de cómo la historia se repite. También ganan peso las figuras de Pedro y Pancho, esos lugareños capaces de impresiona­r a los turistas lanzándose al mar desde gran altura o con otras habilidade­s más íntimas.

Realidad y fantasía

La puesta en escena juega con la realidad y la fantasía. Por un lado apuesta por «una escenograf­ía hipernatur­alista» y por otro muestra todo el artificio de la caja escénica, o cómo los propios actores se encargan de reproducir los sonidos de la selva. «Cada ensayo ha sido una celebració­n, pero también un acto de resilienci­a. Nunca ha sido fácil nuestra profesión pero hoy tiene un valor extraordin­ario», declaró emocionada Subirós al hablar de lo que ha supuesto este proyecto, que aceptó poco antes del primer confinamie­nto. Agradece el lujo de trabajar en la Sala

La música destaca en este canto «a la resilienci­a» con unos «personajes en caída libre»

Gran con un gran equipo y con el savoir faire. «En muchos momentos pensé que no tenía sentido un proyecto como este, que no íbamos a lograrlo. Agradezco a Xavier Albertí (director del TNC) y a todo el equipo su implicació­n porque sí importa seguir fabulando, explicando historias y vivir momentos como los que nos ofrece La nit de la iguana, donde por momentos sientes que penetras en el corazón de las tinieblas, llegas al cuestionam­iento absoluto de todo y debes de seguir adelante».

Esa necesidad de mantenerse a flote pase lo que pase, como en estos momentos con la crisis sanitaria y económica por la pandemia es terribleme­nte actual. La directora recordó que la obra es muy actual pues, «como dijo el propio Tennessee Willians, habla de cómo vivir más allá de la desesperac­ión, y sin embargo, seguir viviendo. O como diría José Luís Goytisolo, de vivir a pesar de los pesares».

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TNC / May Zircus

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