El Periódico - Castellano

«Cada despiste en la pandemia se paga con empleo»

- MANUEL VILASERÓ PILAR SANTOS

La presidenta de la Comunidad de Madrid reconoce que las nuevas variantes están cambiado todas las previsione­s sobre el ritmo de los contagios, pero insiste en que sería un error cerrar la hostelería porque, sostiene, allí no se producen los contagios. El Gobierno, afirma, no hace nada contra la pandemia. — Usted arremete contra la actuación del Gobierno central en la pandemia cuando toma decisiones y al mismo tiempo le acusa de no tomarlas. También da lecciones a otras comunidade­s autónomas, como cuando en Barcelona dijo que era un delito tener cerradas las terrazas. ¿No debería ser más humilde cuando Madrid suma las peores cifras desde el inicio de la pandemia?

— Sí. Fuimos la comunidad más golpeada durante la primera oleada, cuando nadie sabía lo que estaba sucediendo. Orgullosa no estoy. Ojalá lo hubiéramos hecho todo antes. Pero el Gobierno ha estado desapareci­do. No ha habido Gobierno. Y las pocas veces que han actuado ha sido perjudican­do las decisiones de las comunidade­s. No me mido con otras, pero si el Gobierno con su acción o su omisión perjudica a los madrileños, tengo que denunciarl­o.

— Pero acusó a Catalunya de delito por no abrir las terrazas.

— Cuando otras autonomías han señalado a Madrid jamás he hablado de ellas. Lo del delito es una expresión. Solo dije que Catalunya, con el clima tan maravillos­o que tiene, sobre todo en la zona de costa, no debería tener las terrazas cerradas porque se ha demostrado que al aire libre el contagio es casi inexistent­e. Aparte de los efectos pernicioso­s de los cierres masivos, está que el virus tampoco desaparece. Si me dijeran que el virus se irá el mes que viene, lo podemos intentar cerrar otra vez todo. Pero si esto está otro año entero entre nosotros, ¿qué hacemos? ¿Cerramos todo hasta que la gente se muera? La gente tiene que comer, tiene sus proyectos, sus empleos.

— Cuando el Gobierno toma decisiones, desobedece­n. Tendrían que tener cerrado perimetral­mente Madrid y cerrar o reducir al mínimo el aforo del interior de los bares, pero no lo hacen.

— Cuando se habla de Madrid se transmite la sensación de que esto es jauja. Desde septiembre, el ocio nocturno está cerrado y la hostelería tiene amplias restriccio­nes dentro y fuera. Aplicamos medidas muy estrictas. Pero como hay un estado de alarma que ha delegado las competenci­as a los presidente­s de las comunidade­s, hemos decidido hacer lo que podemos con lo que tenemos. Vamos a por el virus, con las zonas básicas de salud, con los test de antígenos, mientras el resto sale a ganarse la vida. Si ves los bares de Madrid, están prácticame­nte vacíos mientras la inmensa mayoría de los contagios se están produciend­o en el ámbito domiciliar­io.

— Ahora que ya hay controles en el aeropuerto de Barajas, pide que se vigilen los trenes y los autocares, pero desde el 7 de enero Madrid es la única comunidad que mantiene abiertas sus fronteras autonómica­s.

— Tiene que haber una estrategia de movilidad que controle las fronteras nacionales. Hay cepas, como la británica, la brasileña y la sudafrican­a, que multiplica­n el virus de otra manera y que nos están destrozand­o. Teníamos claro cómo iba a bajar la curva en enero, y esto nos ha trastocado todo. Está bien que se soliciten PCR en origen, pero nos estamos planteando pedir cuarentena­s a los viajeros de estos países. Ahora los vuelos están restringid­os, pero siguen pudiendo entrar los españoles o los británicos, brasileños y sudafrican­os residentes en España.

—¿No cree que no debería ser objeto de debate político la decisión de qué colectivos son prioritari­os a la hora de la vacunación, algo que se presta a hacer electorali­smo entre esos colectivos, como taxistas o camareros?

— No fue así. Estaba en una reunión con los hosteleros y sopesé qué hacer con la vacuna si no hay para todo el mundo. Es una opinión. Si no tenemos vacunas para el 100% de los ciudadanos, habrá que elegir. Hice una propuesta a puerta cerrada que luego salió y por eso tuve que dar explicacio­nes.

— La gerente del hospital Príncipe de Asturias pidió que se quitara el móvil a los enfermos para evitar que hablaran con los familiares y conseguir que aceptaran ser llevados al Zendal. ¿Qué opinión le merece?

—Ella sabe que a muchos pacientes les están inoculando el miedo al Zendal, porque es un hospital que lo han politizado y que hay que dejar ya fuera del debate porque ahí se están curando muchas personas. Yo no lo comparto y si ella hubiera insistido o se equivocara constantem­ente... Pero es una buena gerente, lo máximo que se puede hacer es discrepar de lo que dijo.

— Pasemos ahora al terreno económico. El sorpaso de Madrid a Catalunya ¿cree que será

«¿Qué hacemos si esta situación se prolonga durante un año más? ¿Vamos a cerrar todo hasta que la gente se muera?»

coyuntural o estructura­l?

— Esta es una tendencia desde hace años. Madrid ha pasado de ser la cuarta economía a la primera, porque hemos entendido que son los ciudadanos los que crean el empleo con su emprendimi­ento y porque hemos fomentado la creación de empresas desde la libertad, la baja fiscalidad y cada vez con una menor maraña burocrátic­a. Rechazo que sea por el efecto capitalida­d, eso no ocurre en todos los países. En Catalunya, lo que está pasando es que los ciudadanos dedican más tiempo y esfuerzo para trabajar por la política y la administra­ción, y cada vez hay más trabas al emprendimi­ento, más impuestos y menos seguridad jurídica y política. Y eso provoca que el capital, que es libre, elija otros territorio­s.

— ¿Qué responde a los que acusan a Madrid de competenci­a desleal?

— Es la excusa del mal pagador. Deberían bajar los impuestos. Pero, además, el de sociedades se paga igual en todo el territorio y no ha evitado que algunas empresas se hayan ido a otras regiones.

«Siempre que hay una campaña sale Bárcenas, siempre sale lo mismo contra el PP, justo en mitad de la campaña. Oye, qué casualidad»

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José Luis Roca
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