«Cada despiste en la pandemia se paga con empleo»
La presidenta de la Comunidad de Madrid reconoce que las nuevas variantes están cambiado todas las previsiones sobre el ritmo de los contagios, pero insiste en que sería un error cerrar la hostelería porque, sostiene, allí no se producen los contagios. El Gobierno, afirma, no hace nada contra la pandemia. — Usted arremete contra la actuación del Gobierno central en la pandemia cuando toma decisiones y al mismo tiempo le acusa de no tomarlas. También da lecciones a otras comunidades autónomas, como cuando en Barcelona dijo que era un delito tener cerradas las terrazas. ¿No debería ser más humilde cuando Madrid suma las peores cifras desde el inicio de la pandemia?
— Sí. Fuimos la comunidad más golpeada durante la primera oleada, cuando nadie sabía lo que estaba sucediendo. Orgullosa no estoy. Ojalá lo hubiéramos hecho todo antes. Pero el Gobierno ha estado desaparecido. No ha habido Gobierno. Y las pocas veces que han actuado ha sido perjudicando las decisiones de las comunidades. No me mido con otras, pero si el Gobierno con su acción o su omisión perjudica a los madrileños, tengo que denunciarlo.
— Pero acusó a Catalunya de delito por no abrir las terrazas.
— Cuando otras autonomías han señalado a Madrid jamás he hablado de ellas. Lo del delito es una expresión. Solo dije que Catalunya, con el clima tan maravilloso que tiene, sobre todo en la zona de costa, no debería tener las terrazas cerradas porque se ha demostrado que al aire libre el contagio es casi inexistente. Aparte de los efectos perniciosos de los cierres masivos, está que el virus tampoco desaparece. Si me dijeran que el virus se irá el mes que viene, lo podemos intentar cerrar otra vez todo. Pero si esto está otro año entero entre nosotros, ¿qué hacemos? ¿Cerramos todo hasta que la gente se muera? La gente tiene que comer, tiene sus proyectos, sus empleos.
— Cuando el Gobierno toma decisiones, desobedecen. Tendrían que tener cerrado perimetralmente Madrid y cerrar o reducir al mínimo el aforo del interior de los bares, pero no lo hacen.
— Cuando se habla de Madrid se transmite la sensación de que esto es jauja. Desde septiembre, el ocio nocturno está cerrado y la hostelería tiene amplias restricciones dentro y fuera. Aplicamos medidas muy estrictas. Pero como hay un estado de alarma que ha delegado las competencias a los presidentes de las comunidades, hemos decidido hacer lo que podemos con lo que tenemos. Vamos a por el virus, con las zonas básicas de salud, con los test de antígenos, mientras el resto sale a ganarse la vida. Si ves los bares de Madrid, están prácticamente vacíos mientras la inmensa mayoría de los contagios se están produciendo en el ámbito domiciliario.
— Ahora que ya hay controles en el aeropuerto de Barajas, pide que se vigilen los trenes y los autocares, pero desde el 7 de enero Madrid es la única comunidad que mantiene abiertas sus fronteras autonómicas.
— Tiene que haber una estrategia de movilidad que controle las fronteras nacionales. Hay cepas, como la británica, la brasileña y la sudafricana, que multiplican el virus de otra manera y que nos están destrozando. Teníamos claro cómo iba a bajar la curva en enero, y esto nos ha trastocado todo. Está bien que se soliciten PCR en origen, pero nos estamos planteando pedir cuarentenas a los viajeros de estos países. Ahora los vuelos están restringidos, pero siguen pudiendo entrar los españoles o los británicos, brasileños y sudafricanos residentes en España.
—¿No cree que no debería ser objeto de debate político la decisión de qué colectivos son prioritarios a la hora de la vacunación, algo que se presta a hacer electoralismo entre esos colectivos, como taxistas o camareros?
— No fue así. Estaba en una reunión con los hosteleros y sopesé qué hacer con la vacuna si no hay para todo el mundo. Es una opinión. Si no tenemos vacunas para el 100% de los ciudadanos, habrá que elegir. Hice una propuesta a puerta cerrada que luego salió y por eso tuve que dar explicaciones.
— La gerente del hospital Príncipe de Asturias pidió que se quitara el móvil a los enfermos para evitar que hablaran con los familiares y conseguir que aceptaran ser llevados al Zendal. ¿Qué opinión le merece?
—Ella sabe que a muchos pacientes les están inoculando el miedo al Zendal, porque es un hospital que lo han politizado y que hay que dejar ya fuera del debate porque ahí se están curando muchas personas. Yo no lo comparto y si ella hubiera insistido o se equivocara constantemente... Pero es una buena gerente, lo máximo que se puede hacer es discrepar de lo que dijo.
— Pasemos ahora al terreno económico. El sorpaso de Madrid a Catalunya ¿cree que será
«¿Qué hacemos si esta situación se prolonga durante un año más? ¿Vamos a cerrar todo hasta que la gente se muera?»
coyuntural o estructural?
— Esta es una tendencia desde hace años. Madrid ha pasado de ser la cuarta economía a la primera, porque hemos entendido que son los ciudadanos los que crean el empleo con su emprendimiento y porque hemos fomentado la creación de empresas desde la libertad, la baja fiscalidad y cada vez con una menor maraña burocrática. Rechazo que sea por el efecto capitalidad, eso no ocurre en todos los países. En Catalunya, lo que está pasando es que los ciudadanos dedican más tiempo y esfuerzo para trabajar por la política y la administración, y cada vez hay más trabas al emprendimiento, más impuestos y menos seguridad jurídica y política. Y eso provoca que el capital, que es libre, elija otros territorios.
— ¿Qué responde a los que acusan a Madrid de competencia desleal?
— Es la excusa del mal pagador. Deberían bajar los impuestos. Pero, además, el de sociedades se paga igual en todo el territorio y no ha evitado que algunas empresas se hayan ido a otras regiones.
«Siempre que hay una campaña sale Bárcenas, siempre sale lo mismo contra el PP, justo en mitad de la campaña. Oye, qué casualidad»